martes, 30 de octubre de 2012

REVIVAL IV

Tanta importancia tienen para el oficialismo la juventud y el resurgir de la política que, en ese sentido, mañana quedaría plasmada en ley nacional la quizás más controvertida ampliación de Derechos que ha impulsado últimamente: habilitar la posibilidad de votar voluntariamente a partir de los 16 años. Controvertida por la resistencia que produjo en aquellos que consideran (dicen) que la iniciativa esconde la intención del partido gobernante de adoctrinar a ese segmento juvenil, aunque, en realidad, conscientes de su propio aturdimiento, temen al entusiasmo por la  política que provoca el kirchnerismo y a la adhesión a sus propuestas en general.
Que la juventud viene marchando con toda su fuerza, quedó demostrado este último fin de semana en los múltiples actos que se llevaron a cabo en distintas partes del país con motivo de conmemorarse el segundo aniversario del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner; aquel que, precisamente, llenó de significado y contenido a la política nacional, contagió su ánimo y despertó el  adormecido interés por participar.
Mientras tanto, hoy recuperamos la última nota de la serie TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS que EL GUARDAFARO publicó al comienzo de su existencia; que no por casualidad termina diciendo: Se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles; sectores que no se dejaron inocular y que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud”.


TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS ( Parte V )
Publicado en EL GUARDAFARO; 28/jun/2011

Si una sociedad no está colonizada intelectual y culturalmente, el hecho que se vea en la incomodidad de soportar periodistas asumiendo el papel de milicianos al servicio de intereses privados o del gobierno, no debiera ser determinante a la hora de no dejarse manejar. Pero si la primera condición no se cumple y además los medios de comunicación están monopolizados desde uno u otro lado, su vulnerabilidad se extrema.
Capitalizando los medios y adormeciendo el intelecto se logra un aparato replicador de La Verdad que se ocurra instalar, incluidos mentiras y odios, dirigido a legiones de simples repetidores de lo que les cuentan la pantalla, el dial y el papel. Incluso, a veces devenidos en improvisados entendidos sobre cuestiones que en verdad generalmente desconocen.
El tobogán y la importancia de muchos “qué”.
Un cuerpo social desprovisto de sentido crítico, desacostumbrado a razonar, dudar y cuestionar, queda a merced de  las maniobras del poder. Más si anda escaso de conocimientos y/o valores y/o compromiso y/o sentido de pertenencia.
Hace décadas que la sociedad argentina fue empujada cuesta abajo. En varios aspectos. Y los medios de comunicación no fueron ajenos al “fenómeno”, construyendo un esquema comunicacional que sirviera por sobre todas las cosas a su sintonía ideológica.
Los televisivos modelaron generaciones interesadas en el culebrón de la tarde y en qué siliconada se peleó con que otra o le quitó el novio. O en presuntuosos almuerzos y talk shows. Tilinguería y baratijas en el tobogán del buen gusto, la educación, la cultura y los valores, llamado TV; hoy, salvo plausibles excepciones, devenido en anestesia -cuando no, veneno- para las neuronas.
Radiales y gráficos, cada uno con sus características que les son propias, no se quedaron atrás.
Entre todos lograron adoradores de lo fashion y lo frívolo, de lo inmediato y fácil, del consumo por el consumo mismo. Hicieron su aporte para que “apariencia” opaque a “esencia”, “ser” cotice menos que “poseer”, “lo de afuera” prime sobre “lo nuestro” o “yo” prevalezca sobre “nosotros”. Y seguramente mucho más.
Inacción mediante, sea por la causa que haya sido, los actores políticos permitieron la desvalorización. Y a su vez, acción mediante, provocaron la desazón y acentuaron la caída, que pasó de progresiva a en picada cuando abrieron la puerta del desencanto y entró la indiferencia; la indiferencia por el otro, por lo nuestro, por la superación, por lo posible… Indiferencia, ¡pasto para las fieras!
Quizás lo dicho aquí responda a una visión contaminada de conductas con sello porteño que no sea correcto ni justo transpolar a otras geografías nuestras. Dejo lugar a la duda. De ser así, se verá facilitado lo por venir.
Al fijar pautas relativas a los contenidos, el desafío que plantea la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley SCA) es revertir la situación. Eso pone muy nerviosa a cierta gente, aquella que ve a la Ley SCA como una insolencia al statu quo que defiende; statu quo que no es otra cosa que capitalismo mediático, entendiendo por tal la construcción de poder basada en controlar, restringir y clasificar los flujos de información; y la comunicación toda.
Es todo un desafío porque, además de quienes es previsible que se resistan, a quienes cayeron en la trampa de darles lo mismo cualquier cosa posiblemente les suceda precisamente eso: les dé lo mismo. Aunque, por otro lado, se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles; sectores que no se dejaron inocular y que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud.


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