martes, 23 de octubre de 2012

REVIVAL I

Los argentinos asistimos a una pulseada feroz en materia de comunicación audiovisual, que se da en los terrenos político, judicial y mediático; que viene de lejos, que crece a medida que transcurre el tiempo y, especialmente, desde que la Corte Suprema de Justicia falló que el 7 de diciembre ( 7D ) es la fecha límite para la aplicación del artículo 161 (de desinversión) de la ley sancionada en 2009.
El Gobierno embiste para lograr la aplicación plena de la ley, para hacerla cumplir, y el Grupo multimedios dominante Clarín se resiste; y lo hace con todo lo que tiene a su alcance -y también los que no debe: p. ej., desacatando sentencias en contra-; algo que en  parte da por tierra, momentáneamente, con lo expresado en la serie de notas TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS, que EL GUARDAFARO publicó al comienzo de su existencia: “Todavía deberá pasar algún tiempo hasta que mucha gente comprenda acabadamente la significación de la ley SCA. Quizás eso suceda recién cuando se acalle la campaña con la que los medios que se resisten a ella aturden, confunden y engañan a parte de la sociedad; y cuando se agoten las chicanas a las que recurren”; notas que desde hoy (en días consecutivos) se repiten, por dos motivos: dada su vigencia, para refrescar la memoria; y para que los no pocos recién venidos a este espacio se enteren cómo se piensa aquí.

 
TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS ( Parte I )
Publicado en EL GUARDAFARO; 15/jun/2011

Las sociedades son cada vez más participativas. Es una tendencia global, irreversible, facilitada por el desarrollo tecnológico que hace a las comunicaciones; tendencia que desata luchas de poder entre quienes quieren el cambio y los que defienden el statu quo; luchas de poder que se plantean en múltiples frentes, entre ellos en el del manejo de la información a través de su principal vehículo: los medios masivos de comunicación.
La primera patada.
La opinión pública depende de la cantidad y calidad de información que recibe la sociedad, aunque también del tamiz con que ésta cuente -y del que tenga voluntad de valerse, y que se valga-, algo ya más condicionado a cada receptor. Las variables cantidad y calidad se tornan peligrosas cuando se está ante situaciones de concentraciones monopólicas u oligopólicas, porque en esos casos la opinión pública corre el riesgo de ser manipulada. De allí la importancia de diversificar las voces.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (ley SCA) pateó el tablero. Sustituye a la Ley de Radiodifusión de 1980 y está destinada a diluir el poder que actualmente ostentan algunos medios concentrados de comunicación. Procura atomizar el espectro de voces estableciendo cuotas de participación en las licencias, garantizando el acceso a actores distintos a las sociedades comerciales. Procura establecer cierto equilibrio entre lo comercial, lo comunitario y lo estatal.
¿Es intervencionista? No, en todo caso es regulatoria. En el entendimiento de que la información es un bien público pone límites y condiciones.
¿Perjudica en algo a alguien? Sí, a la voracidad natural del libre mercado absoluto. Lógicamente quienes lo defienden dicen ver afectadas sus libertades. En realidad va contra sus intereses, que hacen más al hecho de ser la voz dominante y a la ganancia económica.
La ley SCA no es una cuestión del Gobierno sino de Estado. De los Poderes Legislativo y Ejecutivo, en ambos casos nacionales; el primero la sancionó y el otro la promulgó y reglamentó. Quienes pretenden reducirla al status de persecución a los medios -como consecuencia del indisimulado enfrentamiento del ex presidente Néstor Kirchner con uno de ellos- y/o a la libertad de expresión, pecan de ingenuos, desmemoriados o hipócritas, según dónde estén ubicados en el juego de poder. Ignoran, olvidan u omiten que el ex presidente Raúl Alfonsín también estuvo enfrentado al principal grupo dominante, lo que terminó costándole la entrega anticipada del gobierno; ignoran, olvidan u omiten que desde 1983 varias vertientes políticas habían impulsado otras iniciativas sin lograr que ninguna llegara a buen puerto, abortadas por quienes se oponían por conveniencia; ignoran, olvidan u omiten que antes de enviarse al Congreso de la Nación, el Proyecto de Ley fue discutido durante casi medio año en 24 foros que se desarrollaron en distintos puntos del país; ignoran, olvidan u omiten que esta ley es el resultado de un importante consenso -notable, para los tiempos que corren- de todo el arco político.
Todavía deberá pasar algún tiempo hasta que mucha gente comprenda acabadamente la significación de la ley SCA. Quizás eso suceda recién cuando se acalle la campaña con la que los medios que se resisten a ella aturden, confunden y engañan a parte de la sociedad; y cuando se agoten las chicanas a las que recurren.
Decir esto último no necesariamente implica ser oficialista sino poner cada cosa y a cada uno en su lugar. La información es un bien que pertenece a toda la sociedad y no sólo a unos pocos que pretenden ser poseedores indiscutidos de un privilegio que no corresponde o de una exclusividad que no debiera ser tal.
La comunicación que se viene.
La ley SCA es perfectible, como todas las cosas, pero innegablemente significa un salto cualitativo fenomenal en materia de comunicación audiovisual porque también fija pautas relativas a los contenidos, atendiendo las necesidades informativas, sociales, educativas y culturales de nuestra sociedad, revalorizando nuestra identidad. Es decir, no sólo regula cantidad sino calidad. De allí su significancia. De nada vale multiplicar los quiénes sin  atender el qué.
Desde ese punto de vista se abre un nuevo camino: el de discutir desde lo comunicacional qué sociedad queremos a futuro y plasmarlo en una política.
No necesariamente debe esperarse a que se apaguen los fuegos de artificio para transitarlo. El Gobierno ya dio los primeros pasos con los canales no comerciales “Encuentro” y “Paka-Paka”, dedicados a cultura general y a los niños respectivamente. Y está en pié la promesa del canal “Tecnópolis” para este año, con contenidos de ciencia y tecnología.
No obstante lo anterior, como parte de la construcción de ciudadanía, que renace como un fenómeno de los últimos años -un tema que merece ser analizado aparte- y nos tiene como sujetos conscientes de su rol en la transformación que se plantea, la discusión debería incluirnos a todos. No sólo a quienes nos gobiernan. La pregunta es si estamos a la altura de las circunstancias. Si no todos, quiénes.
Los cambios que introduce la ley SCA en las reglas de juego se complementan con la irrupción de la televisión digital en el escenario tecnológico, aún en implementación. Con ella las innovaciones en materia de comunicación televisiva a las que estamos asistiendo en nuestro país suman 3.


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