viernes, 26 de abril de 2013

UNA BRÚJULA, POR FAVOR

Hace tiempo que la oposición perdió el rumbo y renunció al ejercicio de hacer política. Y la prensa, interlocutora del poder fáctico que también integra, ha ocupado su lugar. No le pertenece, pero se apoderó de él.
Desde allí inventa a medida de sus intereses; y algunos repiten y otros festejan. Desde allí comanda; y algunos obedecen. La oposición no es todos los “algunos” pero ese “algunos” abarca a una gran mayoría de ella; mayoría que seguramente niega esa realidad -como niega otras, por mandato-, volviendo tan inútil el intento de preguntarle ¿por qué? como lo sería preguntarle si dejó ese espacio vacío ante la potencia de la fuerza política gobernante y lo ocupó la prensa o si ésta se directamente apropió del mismo, ya sea por imposición o a solicitud.
En cualquiera de los casos, aunque lo niegue, esa mayoría termina cobijándose en el guion que les mandan recitar -a recitar o actuar, según el caso-, respondiendo a ese fenómeno que Gastón Harispe presenta como “el fenómeno cultural que se ha instalado en nuestro país en los últimos años, a partir del cual el periodismo se ha transformado en “el dueño de la verdad”, en “el dedo acusador” y en “juzgador público” de todas las actividades políticas, empresarias, sindicales y/o gubernamentales”.
Sucede desde hace tiempo, como indica Harispe. Los ejemplos abundan; y es lo que nos mostró y una vez más dejó en evidencia la tormenta “democratización de la Justicia”.
Así como certeramente sentencia que “el analfabeto político argentino cree que la prensa es independiente sólo si está en contra del gobierno”, Hugo Yasky, Secretario General de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), en un artículo del día de la fecha también acierta al sostener que “el analfabeto político argentino piensa que la Justicia así como está es un desastre pero intentar cambiarla es violentar su independencia(1).
Proponer leyes que tiendan a mejorar y transparentar el funcionamiento del Poder Judicial no es violentar la independencia de la Justicia. Es tener conciencia de una necesidad de la que todos han hablado alguna vez y decisión para dar un paso histórico. Paso que debiera darse con la responsabilidad que la oposición se negó y nos negó a todos.
Todo proyecto de ley, incluso toda ley ya sancionada, es perfectible. Para eso hay que estar dispuesto a debatir, confrontar ideas y concepciones. La pregunta pasa por cómo lograrlo con una oposición que pone a la democracia en términos de civilización o barbarie (quien comulga con sus ideas es civilizado y quien no, un bárbaro); una oposición no propositiva, que se acostumbra a manifestarse sólo por la negativa; una oposición que utiliza expresiones que son una invitación a la hoguera, sumándose -y en algunos casos sumando- a mensajes destinados a generar violencia; una oposición que disfraza de debate un sabotaje a cualquier proyecto; una oposición que aborda el tema de una forma más acorde a una campaña electoral que a otra cosa, con discurso incondicional a las construcciones mediáticas.
Y al final… legisladores saltando arriba de sus bancas, un botellazo volando por los aires (diputado puntano Sergio Pansa) en el recinto, una diputada (Graciela Camaño) manoteándole el micrófono al presidente de la Cámara… En suma, diputados priorizando la política del escándalo. ¿Es la única que conocen? Patético. Y peligroso… Así no le sirve a nadie, salvo a aquellos que buscan denodadamente una crisis institucional; quizás un ensayo de nuevas formas de golpe, como ha sucedido varias veces en la región.
La oposición equivocó el camino nuevamente. De hecho, los proyectos fueron aprobados. Por una muy ajustada diferencia, pero aprobadas. Y sus retoques / modificaciones provinieron desde afuera (Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Junta de Presidentes de Cámaras Nacionales y Federales del país) y, excepto alguna excepción, desde la oposición.
¡Una brújula para la oposición, por favor!
                   
(1) La trampa argumental mediática-opositora giró, principalmente, alrededor de la independencia del Poder Judicial. Sólo tres ejemplos: Jorge Horacio Gentile, ex diputado de la Nación, tituló una nota: “La independencia de la Justicia se va al descenso”; Jorge R. Enríquez: “Asalto final a la independencia de los jueces”; y Laura Grindetti, Consejera de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Pro, sostiene: “nuestro sistema republicano de gobierno, requiere del respeto irrestricto de la independencia de los magistrados que deben permanecer ajenos a las influencias y presiones de cualquier origen y color político para un efectivo ejercicio de su función de control de poder (¡¿…?!) y una adecuada administración de justicia
Véase la excelente exposición (“Democracia, el papel de las mayorías y el poder judicial: no todo es como lo cuentan”) que Guillermo A. Makin, politólogo argentino radicado en el Reino Unido, hace sobre el tema y que EL GUARDAFARO transcribe en “OTRAS VOCES”.

martes, 23 de abril de 2013

LA BALDOSA

Varias imágenes, cuidadosamente evitadas por quienes se ocuparon de exhibir cuan civilizados fueron el jueves pasado -como antes pretendieron hacerlo con el 13S y el 8N- los descontentos, sus formas y sus reclamos, remontaron el recuerdo a escenas de otras épocas: una turba -aunque no tan confusa y desordenada como en rigor supone el término- trepándose y trasponiendo el enorme enrejado que protege el frente del Congreso, con  la intención de acceder por su puerta principal; o ya ingresada, provocando un principio de incendio en su Salón Azul; o corriendo por cuadras a un joven que por manifestarse en desacuerdo con ese desmán y tratar de evitarlo, hasta que tuvo que ser rescatado de su refugio provisorio por la policía; o la foto que ilustra este post: el enchastre de una baldosa vivando a un genocida confeso que no deja de decir que volvería a cometer los mismos crímenes y hace un llamamiento a sus camaradas “que aún estén en aptitud física de combatir” para que se levanten en armas contra el Gobierno. No es una baldosa cualquiera sino que conmemora la desaparición forzada de un trabajador -en este caso, del Banco Nación-, como muchas otras similares que pueden contemplarse en varios barrios porteños; cicatrices de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.
Todas y cada una de esas imágenes muestran la violencia larvada que anida en los pliegues de las convocatorias a las concentraciones que se nombran con la fecha abreviada. Tal vez su sustancia.
Violencia escondida tras demandas que pueden ser atendibles o no, con las que puede estarse de acuerdo o no, que no encuentran otra forma de ser canalizadas y espacio donde hacerlo, referentes -en definitiva el reclamo fue también para la oposición, que no puede ofrecerle a la gente una alternativa política al modelo actual-; demandas de esa gente “sedienta de representación”, escribió la periodista y escritora Sandra Russo; demandas sobre las que se montan quienes tras bambalinas motorizan estas convocatorias, con las que maquillan su intencionalidad. Esos que vez pasada denominamos titiriteros.
La incapacidad de representación de la oposición se vio reflejada en dos aspectos: las consignas y el arco de dirigentes no kirchneristas, convocantes y presentes. Las consignas fueron quizás menos violentas y virulentas que en anteriores oportunidades pero igual de dispersas y huecas, respondiendo al clima que desde hace tiempo tratan de armar las construcciones mediáticas. La principal de todas fue la resistencia a la reforma judicial; proyecto de ley  que, más que seguramente, pocos cacerolos conocen en profundidad suficiente; proyecto que empujó a la oposición a mostrar una nueva dosis de contradicción, poniéndola en el brete de votarlo o no a favor, siendo apreciado, toda vez que los pone nuevamente a la cola de decisiones, atrás del oficialismo.
 Resulta difícil responder cómo es que el jueves pudieron confluir la ultraderecha más recalcitrante, grupos que se dicen de izquierda y centro izquierda (Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), Proyecto Sur, Frente Amplio Progresista (FAP), etc.) y presuntos moderados como la Unión Cívica Radical (UCR).  Excepto si esa es: impotencia. Por respeto a la sensatez debe suponerse imposible pensarlos juntos bajo un mismo proyecto político y un mismo candidato junto a una fuerza política descomprometida como Propuesta Republicana (PRO) y su concepción liviana de las cosas. Igualmente, quienes marchan junto a la defensora a ultranza de ex procesitas Cecilia Pando, y/o sus pares ideológicos, tienen que hacerse cargo. No basta sólo con decirse de otra condición. Unirse a como sea trae sus consecuencias.
Ya hay quienes están convocando a bloquear el Parlamento el día miércoles 24. En nombre de la democracia (¡¿…?!) llaman a impedir que uno de los poderes del Estado, el Poder Legislativo, pueda cumplir su rol, a partir de la suposición de que hay una mayoría que va a aprobar proyectos de ley que ya tienen media sanción. “Intentar impedir que uno de los poderes de la democracia funcione es un hecho golpista”, opinó el  diputado Carlos Heller. Y tiene razón.


viernes, 19 de abril de 2013

LOS TITIRITEROS

Si se diera una situación turbulenta e inmanejable, dentro o fuera del chavismo sin Chávez, “el problema para Sudamérica será monumental”, sentenció post muerte del líder de la Revolución Bolivariana el Director del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian.
Situación turbulenta, hubo; inmanejable, por ahora -y esperemos que por siempre-, no.
La prueba de lo primero: ocho  muertos y decenas de heridos el día después de las elecciones en las que Nicolás Maduro se alzó con las presidenciales por ajustada diferencia respecto del opositor Henrique Capriles. La prueba de lo segundo: al momento en que este post es subido a la Web, Maduro ya asumió. Y lo escoltó simbólica y tácitamente la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Simbólica porque, a menos de 24 horas antes del acto de asunción, los mandatarios de los países que la integran se reunieron y se pronunciaron categóricamente, en pleno (1), respaldándolo, a través de un documento de cinco puntos: felicitación al pueblo venezolano por la elección del 14 de abril y al Presidente electo; exhortación a respetar y reconocer los resultados emanados por el Consejo Nacional Electoral; reafirmación que los reclamos deben realizarse dentro del ordenamiento jurídico correspondiente; llamamiento a deponer toda actitud y acto de violencia que ponga en riesgo la paz social del país, e invocación al diálogo y a preservar el clima de tolerancia; designación de una Comisión para acompañar la investigación de los hechos violentos del 15 de abril. Y tácitamente al hacerse presentes hoy, en el acto de Caracas (Venezuela), todos o gran parte de los mandatarios que signaron anoche ese documento en Lima (Perú). En suma, dos gestos que hablan a las claras del espíritu que mueve en la última década a Sudamérica: trabajar por -y lograr- la retardada integración de los países latinoamericanos; y que nada ni nadie vuelva a intentar quebrar el orden institucional de ninguno de ellos y/o a entrometerse en sus asuntos internos.
Alguna parte de eso último falló con Paraguay en 2012, lamentablemente. Pero no todo es pérdida. Ayudó a sumar conciencia. Justamente ese antecedente junto a otros anteriores (2), tanto por el “contra qué y quiénes” como por el “cómo” en cada caso, revelan cuánto molestan ciertos caminos que soberanamente han decidido transitar varias Naciones de este continente, coincidiendo en tiempo. Caminos resistidos desde afuera y desde adentro de la región. Desde afuera, los titiriteros que, entre otras cosas, se quedan sin usufructuar las venas abiertas de América Latina (parafraseando el título que Eduardo Galeano le dio a una de sus obras literarias). Desde adentro por quienes ven afectados sus intereses, grandes o pequeños. Grandes intereses, los de otros titiriteros, otrora de la historia (3); y hoy de la resistencia. Menores, los de muchos de quienes interesada o estúpidamente se hacen eco de esta última.
Obviamente, quedan excluidos aquellos que pueden tener sus discrepancias con el Gobierno en cuanto a las necesidades y problemas a resolver, sus matices, las prioridades y las formas, y canalizan esas diferencias con madurez cívica y responsabilidad.


(1) Cristina Fernández de Kirchner, por Argentina; Dilma Rousseff, por Brail; José Mújica, por Uruguay; Sebastián Piñera, por Chile; Evo Morales, por Bolivia; Juan Manuel Santos, por Colombia; y Ollanta Humala, por Perú. Rafael Correa, de Ecuador, no pudo asistir por encontrarse en el Vaticano entrevistándose con el Papa.
(2) Venezuela, en 2002; Honduras, en 2009; Ecuador, en 2011.
(3) En este sentido bien vale recordar este concepto de Raúl Scalabrini Ortiz: “Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran” (en Política Británica en el Río de la Plata, 1940).

viernes, 12 de abril de 2013

TORMENTAS DE ABRIL

No sólo las inclemencias climatológicas azotan a la Argentina por estos días. Otro tipo de tormentas vienen batiéndose sobre nuestra sociedad. La bautizada “democratización de la Justicia” es la más visible, porque ha provocado recientemente el recrudecimiento de la pugna entre los que trabajan por un país distinto, mejor, y los que no.
Entre los primeros, un Gobierno afecto a las transformaciones profundas, y decidido a llevarlas adelante; heterodoxo. Entre los otros…, ya se sabe.
Cualquier observador de la realidad nacional, medianamente atento, podía preverla desde hace mucho. Demasiados antecedentes venían poniendo en boca de todos la necesidad de nuevos vientos; antecedentes de distinta índole en diferentes fueros y jurisdicciones, algunos execrables como el fallo del Tribunal tucumano que llevó adelante el juicio por el secuestro y desaparición de Marita Verón, por nombrar sólo el que provocó que Cristina Fernández de Kirchner anunciara en diciembre: “Hay que democratizar el Poder Judicial”. Con esas seis palabras la Presidente lanzó el reto inicial; y continuó insistiendo con ello en un inconfundible mensaje cuando inauguró el último período legislativo. “Tenemos que hacer una profunda democratización y para eso vamos a proponer una serie de leyes que van a ser sometidas a consideración, obviamente, de este Parlamento, durante el mes de marzo”, anticipó en esa oportunidad.
Cumplió. Seis fueron las palabras de su primera consigna; seis los Proyectos de ley que al comenzar esta semana envió al Congreso de la Nación. Seis propuestas en las que no viene al caso ahondar, ni este espacio está en condiciones de opinar –sólo decir que, en términos generales, parecen tan necesarias como apreciables-.
Y se desató la tempestad. La oposición y sus mandantes, el poder fáctico que se sabe acorralado, enardecidos. En vez de dar debate (que viven pidiendo), se abroquelan en el NO. Lejos de desbrozar, fieles a su estilo confunden. A ellos, la permanente pérdida de privilegios y el empoderamiento popular ya les causa un escozor insoportable. Resulta peligroso...
Para explicar la necesidad de la reforma, el presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Senadores, Marcelo Fuentes, aseguró: "Cada vez que se limitan privilegios, se afectan intereses. Antes, el correctivo era el golpe militar. Ahora, la Justicia es la prolongación de la política por otros medios; se quiere gobernar con las sentencias”. En el otro extremo, la diputada petardista Elisa Carrió considera que el proyecto de reforma judicial que la Presidente mandó al Congreso Nacional es un acto de “golpismo que lleva adelante el Gobierno con la intención de suprimir las instituciones, en la misma línea que el golpe de 1976” (¿¡…!?); y, consecuente, no se privó de hacer un llamamiento “a todo el pueblo argentino” a sumarse a la marcha que para el jueves 18 están convocando los cacerolos. ¡Otra vez sopa!
Pero, por otro lado, si de producir un giro en el sistema se trata, no debieran pasarse por alto las jornadas de debates convocadas por el movimiento bautizado como “Justicia legítima”; movimiento que es consecuencia del cisma en el seno del Poder Judicial. Aunque los medios de comunicación opositores lo traten de invisibilizar. Contrariamente a la oposición y sus mandantes, ochocientas almas debatieron durante dos días en la Biblioteca Nacional, a fines de febrero; y hoy mismo comenzó un segundo encuentro en la Universidad Nacional del Centro, con sede en Tandil. Magistrados, juristas, fiscales, abogados y otros miembros del Poder Judicial debatiendo en lo que, segura y fácticamente -amén-, resultará ser (debiera serlo) un aporte valioso a los ajustes y cambios que el sistema judicial, aún a los ojos del vulgo, evidencia necesitar.
Seguramente la tormenta durará. No habrá tregua y se sucederán otras; o superpondrán. Tal vez una, muy próxima, sea la Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial, -aunque respondiendo a otras necesidades, pariente de esto que se ha dado en llamar democratización de la Justicia-, sobre la que vienen trabajando desde principios de agosto y, según la diputada Diana Conti, vicepresidenta primera de la Comisión Bicameral integrada con ese objeto, a fines de este mes el bloque oficialista estaría en condiciones de presentar una propuesta de dictamen. Se pretende uno definitivo para el mes de mayo. ¿Tormenta en puerta?


125, un número sugestivo... Nos recuerda la Resolución Nro 125; aquella que originó el conflicto con las patronales del campo... En una asamblea de ruralistas, con las autoridades de la autodenominada Mesa de Enlace presentes, refiriéndose al Gobierno esta semana se sostuvo: "Lo más peligroso es el tema judicial y la reforma de la constitución, esta gente no quiere la reelección, sino cambiarle el espíritu para que entre el chavismo, el marxismo y ese maldito progresismo que no se sabe qué es". Y se agregó "hay muchos métodos psiclógicos y de acción directa que se pueden implementar para destituir y hacer desaparecer a toda esta gente" (¿¡…!?)

martes, 9 de abril de 2013

MAESTROS Y MAESTROS

Igual que en el mes de marzo, los primeros días de abril nos encontraron de duelo nacional. Esta vez la lluvia caída sobre la ciudad de La Plata y alrededores y Buenos Aires enlutaron el país. Agua como nunca (o casi); agua que ahogó la vida de decenas de personas, frutos y sueños.
¿Y quienes quedaron? A sufrir… Perder, llorar, tirar, limpiar. Apechugar y pedir al cielo que no suceda más. Agradecer estar con vida… y volver a empezar.
Las inundaciones produjeron un efecto similar a la del 27 de octubre de 2010. La juventud sorprendió nuevamente a toda la sociedad. Aquella vez, acudiendo en cuantía a despedir los restos de Néstor Kirchner, demostrando cuán hondo había calado su propuesta en el mocerío; inimaginable para propios y extraños al proceso de transformación que el ex Presidente inició en 2003. Y ésta vez con su trabajo voluntario, a destajo, socorriendo y distribuyendo ayuda; dotando de cuerpo y sentido a las palabras de la actual primera mandataria: “La Patria es el otro”. Con hechos, con su ejemplo y pocas  palabras enseñaron como verdaderos maestros.
Nuestros jóvenes demostraron una conducta cívica ejemplar, producto de una conciencia social que, años ’90 mediante, parecía definitivamente perdida. Por lo menos a quienes somos más historia que futuro.
Creyentes o no, actuaron en línea con este pasaje del Informe Conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, ya transcripto en el último post de éste espacio: “… los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos.”
Nuestros jóvenes enseñaron que solidarizándose con el otro, sin pedir nada a cambio, por el simple hecho de amortiguar un tormento ajeno, ahuyenta la sensación de desamparo que pueda sentir quien cayó en desgracia y hace de cualquier tierra un lugar digno en donde vivir. Y del individuo, una persona mejor. También enseñaron que, en una cruzada por el otro, la forma en que se logran las cosas es aunando esfuerzos y organizándose. Tal vez inspirados en el espíritu de la creación de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López, miles mostraron el poder de ese ser intangible: el héroe colectivo.
Enorgullece el florecer de un nuevo horizonte para nuestro país, independientemente de la “ensalada de repentinos especialistas en fenómenos meteorológicos, entubamiento y desentubamiento de arroyos, cambio climático universal; demagogias defensivas u ofensivas, chicanas para sacarse las imputaciones de encima y casi interminables etcéteras de tenor análogo” (en palabras del periodista Eduardo Aliverti) que formó parte del menú de estos días. Y de los otros maestros; los de la bajeza, los miserables.
¿No es suficiente que los muertos sumen decenas? ¿No basta con decir solamente que todavía hoy algunas personas continúan desaparecidas, sin ser encontradas o halladas a cuentagotas, en vez de hablar de un “nuevo Indec”, el de los muertos ocultados por el Gobierno? ¿No es suficiente que los damnificados hayan perdido todo o casi todo? ¿Es necesario simular pesadumbre y mechar permanentemente testimonios e imágenes del dolor con publicidad de artículos del hogar, básicos, de primera necesidad, y electrodomésticos, haciendo referencia explícita a lo perdido? ¿No es suficiente que hayan quedado personas sin nada para abrigarse ni comer? ¿Es necesaria la humillación de someter a un damnificado a abrir ante cámaras el bolsón de comida que recibió, mostrar su contenido y desmerecerlo?
¿Acaso algo de todo ello puede llamarse respeto por el sufrimiento ajeno, por las terribles lastimaduras -algunas irreparables-? Sin embargo, esa exhibición impúdica del morbo se vio -en algunos medios de comunicación, por supuesto- de la mano de esos otros maestros. Los que pertenecen a un país que resulta legítimo pretender que quede en el pasado. Aunque ellos se resistan.