martes, 28 de junio de 2011

TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte V)

Si una sociedad no está colonizada intelectual y culturalmente, el hecho que se vea en la incomodidad de soportar periodistas asumiendo el papel de milicianos al servicio de intereses privados o del gobierno, no debiera ser determinante a la hora de no dejarse manejar. Pero si la primera condición no se cumple y además los medios de comunicación están monopolizados desde uno u otro lado, su vulnerabilidad se extrema.
Capitalizando los medios y adormeciendo el intelecto se logra un aparato replicador de La Verdad que se ocurra instalar, incluidos mentiras y odios, dirigido a legiones de simples repetidores de lo que les cuentan la pantalla, el dial y el papel. Incluso, a veces devenidos en improvisados entendidos sobre cuestiones que en verdad generalmente desconocen.



El tobogán y la importancia de muchos “qué”.
Un cuerpo social desprovisto de sentido crítico, desacostumbrado a razonar, dudar y cuestionar, queda a merced de  las maniobras del poder. Más si anda escaso de conocimientos y/o valores y/o compromiso y/o sentido de pertenencia.
Hace décadas que la sociedad argentina fue empujada cuesta abajo. En varios aspectos. Y los medios de comunicación no fueron ajenos al “fenómeno”, construyendo un esquema comunicacional que sirviera por sobre todas las cosas a su sintonía ideológica.
Los televisivos modelaron generaciones interesadas en el culebrón de la tarde y en qué siliconada se peleó con que otra o le quitó el novio. O en presuntuosos almuerzos y talk shows. Tilinguería y baratijas en el tobogán del buen gusto, la educación, la cultura y los valores, llamado TV; hoy, salvo plausibles excepciones, devenido en anestesia -cuando no, veneno- para las neuronas.
Radiales y gráficos, cada uno con sus características que les son propias, no se quedaron atrás.
Entre todos lograron adoradores de lo fashion y lo frívolo, de lo inmediato y fácil, del consumo por el consumo mismo. Hicieron su aporte para que “apariencia” opaque a “esencia”, “ser” cotice menos que “poseer”, “lo de afuera” prime sobre “lo nuestro” o “yo” prevalezca sobre “nosotros”. Y seguramente mucho más.
Inacción mediante, sea por la causa que haya sido, los actores políticos permitieron la desvalorización. Y a su vez, acción mediante, provocaron la desazón y acentuaron la caída, que pasó de progresiva a en picada cuando abrieron la puerta del desencanto y entró la indiferencia; la indiferencia por el otro, por lo nuestro, por la superación, por lo posible… Indiferencia, ¡pasto para las fieras!
Quizás lo dicho aquí responda a una visión contaminada de conductas con sello porteño que no sea correcto ni justo transpolar a otras geografías nuestras. Dejo lugar a la duda. De ser así, se verá facilitado lo por venir.
Al fijar pautas relativas a los contenidos, el desafío que plantea la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley SCA) es revertir la situación. Eso pone muy nerviosa a cierta gente, aquella que ve a la Ley SCA como una insolencia al statu quo que defiende; statu quo que no es otra cosa que capitalismo mediático, entendiendo por tal la construcción de poder basada en controlar, restringir y clasificar los flujos de información; y la comunicación toda.
Es todo un desafío porque, además de quienes es previsible que se resistan, a quienes cayeron en la trampa de darles lo mismo cualquier cosa posiblemente les suceda precisamente eso: les dé lo mismo. Aunque, por otro lado, se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles; sectores que no se dejaron inocular y que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud.

viernes, 24 de junio de 2011

TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte IV)

Actualmente los Grupos mediáticos son sólo guardianes de sus propios intereses. Han entrado de lleno en el juego del poder; poder que está en parte estructurado sobre el dominio del campo simbólico, sin el cual no podrían imponer ni sostener la ideología que defienden y los soporta.
Aquel gobierno que pretenda interponerse a sus dictados, sufre sus ataques. Sucede en la mayoría de los países, incluido EEUU. No extraña que, hoy mismo, lo padezcan varias naciones latinoamericanas por querer desprenderse de los modelos socio-económicos a los que las tuvieron sometidas desde siempre.
La importancia de muchos “quiénes”.
Los Grupos mediáticos tienen la posibilidad de instalar o desinstalar temas en la sociedad, y a informarla o a desinformarla al respecto. En consecuencia, a manipularla o no.
Decir que una persona está desinformada no es lo mismo que decir que no está informada. La diferencia es sustancial. La falta de información es sólo el comienzo del abanico de posibilidades que representa la desinformación; abanico que incluye a la deformación de la información y la información falsa. Y tanto con una como con otra un cuerpo social resulta manipulado.
La dinámica de los acontecimientos va instalando temas en la sociedad. Pueden ser noticias o cuestiones en discusión. En ambos casos sus tratamientos suelen variar según los vaivenes de las luchas de poder, y los protagonistas en función del tema instalado. Algunas veces pertenecen en su totalidad al ámbito de la política y en otros se dividen en políticos y representantes de intereses sectoriales, generalmente económicos, sean Made in Argentina o no.
Los protagonistas y sus portavoces buscan sumar apoyo para el sector al que son funcionales. Tratan de hacer que sus argumentos parezcan tener sustento; y los tengan o no y sean sólidos o débiles, se esfuerzan por que parezcan incuestionables -o casi-. Si lo consideran necesario, en el tironeo no escatiman esfuerzo para magnificar la porción de verdad que defienden con la pretensión de presentarla como absoluta.
Las circunstancias transforman a los ciudadanos en involuntarias réplicas de Tupac Amaru, versión siglo XXI, a las que los adversarios de turno pugnan por convencer de que la causa que abraza cada uno es La Verdad. La sociedad en su conjunto queda atrapada en medio de una polémica, a veces con la sensación que tras bambalinas en realidad “se está jugando otro partido”, porque la “Obra” de turno se representa en los medios de comunicación con guiones adaptados tanto al tipo de vehículo de expresión como al gusto -o mal gusto-, tendencia y conveniencia de los “dueños de la sala”.
En cualquiera de los casos, los ciudadanos, generalmente más ocupados en -y preocupados por- sus asuntos personales que por cotidianos no dejan de ser importantes, dependen de la información que les suministran para poder evaluar correctamente lo que sucede y tomar posición respecto del asunto. De ahí los beneficios que ofrece el tener la posibilidad de leer, ver y escuchar la mayor cantidad de voces y puntos de vista posibles. Multiplicar las voces disipa los peligros de la desinformación y brinda la oportunidad de acceder a un vasto espectro de versiones y visiones.
El papel del periodismo.
El papel que juegan los periodistas en el proceso informativo es por demás importante.
Contrariamente a lo que en algún momento trataron de convencernos, las ideologías no han muerto. Cada pensamiento, cada opinión y cada acto, cuando a nuestra condición de seres sociales se refiere, tiene en mayor o menor medida un sentido político-cultural. Consecuentemente, un componente ideológico.
Los periodistas no escapan a ello. No existe periodista libre de ideología, porque no existe ser humano libre de ideología. Pero ello no implica que deban ejercer necesariamente el rol de militantes en el periodismo. Tampoco que deban someterse a la línea editorial de los medios para los que trabajan.
Si ocurre lo primero, no deben serlo a ultranza y sí hacerlo a cara descubierta. Si ocurre lo segundo, deben revisar sus respectivas conciencias; más aún si caen en el periodismo cínico.
El periodismo militante a ultranza y el periodismo cínico -una forma disfrazada del primero- deforman la realidad y la presentan de manera tal que sirva a sus intereses. Y cuando no se trata de “llevar agua para su molino” sino de servir a intereses ajenos -p.ej., los corporativos-, aún en contra del propio sentir y pensar del periodista, ya estamos frente al periodismo más degradado: el servil… Indigno.
En cualquiera de los casos, en palabras de José Ingenieros: “Son escorias sociales los que viven de la hipocresía o esparcen la calumnia, los que fingen o mienten, los que ocultan una partícula de la verdad que saben para obtener una prebenda o un beneficio, los que alientan la indignidad ajena o no se avergüenzan de la propia”.
El periodismo debe hacer autocrítica; revisar los manuales y reflexionar sobre sus prácticas. Lo mejor que podría suceder es que retome aquellas reglas claras en las que prevalecen los intereses del conjunto por sobre los individuales. Cuando lo haga podrá recuperar el papel de fiscalizador de los actos de gobierno, vital para la salud de cualquier democracia. De lo contrario, perdemos todos.

La 5ta (última) parte de esta nota se publicará el martes 28 de junio

martes, 21 de junio de 2011

TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte III)

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley SCA) y el Proyecto de Ley respecto de pasta celulosa y papel de diario fueron dos golpes que, al Grupo mediático dominante, más que sacudirlo su modorra lo tiró de los laureles en los que reposaba confiado. Y éste se defiende con todo lo que tiene a su alcance. No sólo con recursos de discutible legitimidad y de eficacia acotada y limitada en tiempo, sino también con patrocinio de importación.
El Padrino en acción.
A principios de mayo, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) anduvo de gira por la Argentina y puso de manifiesto su aflicción por las preocupaciones -léase: denuncias- que recibe de sus asociados locales. Las marquesinas anunciaban: “obstáculos a la libertad de expresión”.
El Gobierno, planteó sin vueltas a la delegación que uno de los denunciantes (Clarín) es precisamente uno de los principales obstáculos para que ese derecho se ejerza plenamente. Y le entregó un Informe que refería uno a uno los hechos que respaldan tal afirmación, alguno de los cuales (caso Papel Prensa) incluso había sido denunciado por la misma SIP en su momento. Adicionalmente la ilustró respecto de las políticas que se pusieron en práctica en el país en materia de libertad de expresión: la despenalización de calumnias e injurias; la Ley SCA; el Proyecto de Ley aún en danza.
En reunión aparte, varios periodistas reforzaron el panorama general que se le había brindado. Le facilitaron el dictamen de la fiscalía que estableció que la apropiación de Papel Prensa debe ser juzgada como delito de lesa humanidad, por un lado; y por otro, le entregaron una solicitada firmada por más de 1000 colegas denunciando a los grupos dominantes que desconocen la Ley SCA, ejercen censura y conculcan los derechos sindicales de sus trabajadores.
Aunque no lo dijese, para la SIP nada fue nuevo. Sabía todo. Las reuniones que mantuvieron fueron mero formalismo. Vino a cumplir una labor independientemente de lo que aquí le dijeran y entregaran: defender como sea los intereses de los medios de información que representa. Y Gonzalo Marroquín, titular de la delegación, fiel a su misión, terminó concluyendo lo que ya de antemano tenía decidido concluir: decir que la Ley SCA es nefasta, que existe una estrategia integral gubernamental para controlar a los medios independientes, que se ha creado una legislación que busca desarticular los medios independientes para generar un aparato oficial de comunicación, que preocupa una intervención que podría derivar en la estatización de la distribución del papel, etc., etc.
Nada distinto. Ni más ni menos sesgado que -pero tan sesgado como- lo que desde hace tiempo figura en la página Web de la SIP. Hasta resulta lógico. La SIP defiende a capa y espada la libertad de empresa disfrazada de libertad de expresión.
Pobre hombre, tuvo que defender lo indefendible”, dijo un periodista. Fue benévolo en su juicio. Posiblemente porque Marroquín por lo menos reconoció en voz baja que 2 diarios sean los dueños de todo el papel es un caso único en el mundo, y que eso vulnera la libertad de prensa.
Es que hasta el caradurismo tiene un límite.
Es bueno recordar que la SIP, con sede en Miami, es la asociación de propietarios, editores y directores de diarios, periódicos y agencias informativas de América. Sus integrantes son mayoritariamente empresarios y dueños de acciones de los medios de comunicación.
Sería más correcto que sean los periodistas los que digan si aquí hay o no libertad de expresión. O sus organizaciones. En todo caso, Reporteros sin Fronteras (RSF), ONG de origen francés cuyo objetivo es defender la libertad de prensa en el mundo y, en concreto, a los periodistas perseguidos por su actividad profesional, estaría más calificada para opinar. Esa organización encuentra a la Argentina en situación satisfactoria, ubicándola en el puesto 55 entre 178 en la última calificación mundial.
Ajustando el foco, en la región encontramos a la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), ONG asociada a la Unesco, que representa a más de 80.000 periodistas de las organizaciones de América Latina y el Caribe. Ella nada dice al respecto. La situación de la libertad de prensa en la Argentina no le resulta preocupante.
Lo que termina siendo lastimoso es el silencio de los sindicatos locales. ¡Que papel insignificante juegan! ¿Gozan de representatividad real o son simples sellos de goma? Precisamente éste no es momento para el silencio.

La 4ta (ante-última) parte de esta nota se publicará el viernes 24 de junio

viernes, 17 de junio de 2011

TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte II)

Los medios de comunicación gráficos, en cualquiera de sus tipos, son tan formadores de opinión como los audiovisuales. Todos tienen derecho a participar del sector para manifestarse; también a acceder en igualdad de condiciones a su materia prima, el papel. Esto último no sucede. En la Argentina existe un solo proveedor de papel de diario -Papel Prensa- con prácticas, aparentemente, de abuso de mercado por parte de sus accionistas mayoritarios. Y el Gobierno Nacional tomó la decisión de actuar.
Pateando el tablero por segunda vez.
En agosto de 2010 envió al Congreso de la Nación un Proyecto de Ley que pretende considerar insumo estratégico para los medios gráficos al papel, y declarar de interés público la producción de pasta celulosa y papel de diario; así también su distribución y comercialización. Adicionalmente, la futura ley encomendaría al Poder Ejecutivo realizar un marco regulatorio de ese insumo, con premisas de tratamiento igualitario para todos los diarios en precio, condiciones y cantidad.
 Este Gobierno quiere controlar la producción de papel como antesala al control total de la prensa. Al mejor estilo ‘chavista’, su intención es amordazar a la prensa de nuestro país… se están violando de manera despótica los derechos a la libertad de expresión y a la propiedad privada” es el más absurdo de los comentarios que leí al respecto. En este caso proveniente de un legislador porteño (Juan Pablo Arenaza, de Unión por todos) quien, evidentemente, no debe tener conocimiento de la existencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en noviembre de 1969 y en vigencia desde julio de 1978, cuyos Estados partes, según reza, se "comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna”.
Para la Argentina tiene rango constitucional. Conocida como Pacto de San José de Costa Rica, en su artículo 13 dicha Convención establece: “No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos…”.
Hace 35 años, aproximadamente, que los diarios Clarín y La Nación  monopolizan a través de Papel Prensa la producción del papel para diarios. Entre sus prácticas de gerenciamiento: reservan para sí mismas más del 70% de la producción, sólo es vendido a los demás el sobrante; no realizan inversiones para ampliar la capacidad de producción; los propietarios acceden al papel a precio preferencial, por debajo del costo de producción; etc. De esa forma ahogan a los demás, obligándolos a adquirir más caro el papel, ya sea aquí o importándolo.
Esa forma de hacer las cosas les permite, poco a poco, comprarlos y apoderarse del mercado. Resulta innegable la existencia de un monopolio. Pero hasta los íconos del libre mercado, de la economía más liberal, tienen leyes antimonopólicas.
La libertad de prensa como excusa-escudo.
Paralelamente el Gobierno, cuyo encono hacia el diario Clarín es indisimulable, embistió contra él –y contra los diarios La Nación y La Prensa- con el resonante Informe “Papel Prensa - la verdad”, a través del cual se cuestionó cómo ellos accedieron al control accionario de esa empresa que monopoliza la materia prima del sector.
El Informe, de acceso público, lo realizó una comisión conformada a tal fin en el marco de una resolución de la Secretaría de Comercio Interior. Y se basó en 3 expedientes judiciales, 11 expedientes administrativos, las respuestas recibidas a 70 oficios judiciales librados a diferentes organismos e instituciones, Balances sociales, manifestaciones espontáneas ofrecidas por particulares y material de hemeroteca. Miles y miles de folios en documentación probatoria de base.
En su momento se escucharon voces de todo tipo, a favor y en contra, con variados matices y desde distintos sectores. Algunas apresuradamente sentenciosas, contrastando con lo que la prudencia aconseja hacer en estos casos por la gravedad del tema.
La Unidad Fiscal Federal de La Plata fue categórica. Dictaminó que existen pruebas suficientes para suponer que la venta fue compulsiva, producto de maniobras extorsivas, y que se realizó con la directa intervención de la Junta Militar de la última dictadura en colusión con los civiles, en el marco de una persecución por motivos políticos, económicos y religiosos. Y concluyó que los hechos deben ser juzgados como delitos de lesa humanidad.
A la causa le queda todavía un larguísimo camino judicial por recorrer. Probablemente dure muchos años y transite por laberintos inimaginables para el común de los ciudadanos. Pero, a la luz de lo dictaminado por los fiscales, queda claro que la investigación y posterior denuncia fueron los puntapiés iniciales para rescatar la verdad y buscar justicia para lo que aparenta haber sido un despojo. No fue un ataque a la libertad de prensa como los involucrados pretenden instalar en la opinión pública aprovechando la tormenta que desataron las nuevas reglas de juego en distintos frentes que hacen a los medios de comunicación.

La 3era parte de esta nota se publicará el martes 21 de junio

miércoles, 15 de junio de 2011

TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte I)

Las sociedades son cada vez más participativas. Es una tendencia global, irreversible, facilitada por el desarrollo tecnológico que hace a las comunicaciones; tendencia que desata luchas de poder entre quienes quieren el cambio y los que defienden el statu quo; luchas de poder que se plantean en múltiples frentes, entre ellos en el del manejo de la información a través de su principal vehículo: los medios masivos de comunicación.
La primera patada.
La opinión pública depende de la cantidad y calidad de información que recibe la sociedad, aunque también del tamiz con que ésta cuente -y del que tenga voluntad de valerse, y que se valga-, algo ya más condicionado a cada receptor. Las variables cantidad y calidad se tornan peligrosas cuando se está ante situaciones de concentraciones monopólicas u oligopólicas, porque en esos casos la opinión pública corre el riesgo de ser manipulada. De allí la importancia de diversificar las voces.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (ley SCA) pateó el tablero. Sustituye a la Ley de Radiodifusión de 1980 y está destinada a diluir el poder que actualmente ostentan algunos medios concentrados de comunicación. Procura atomizar el espectro de voces estableciendo cuotas de participación en las licencias, garantizando el acceso a actores distintos a las sociedades comerciales. Procura establecer cierto equilibrio entre lo comercial, lo comunitario y lo estatal.
¿Es intervencionista? No, en todo caso es regulatoria. En el entendimiento de que la información es un bien público pone límites y condiciones.
¿Perjudica en algo a alguien? Sí, a la voracidad natural del libre mercado absoluto. Lógicamente quienes lo defienden dicen ver afectadas sus libertades. En realidad va contra sus intereses, que hacen más al hecho de ser la voz dominante y a la ganancia económica.
La ley SCA no es una cuestión del Gobierno sino de Estado. De los Poderes Legislativo y Ejecutivo, en ambos casos nacionales; el primero la sancionó y el otro la promulgó y reglamentó. Quienes pretenden reducirla al status de persecución a los medios -como consecuencia del indisimulado enfrentamiento del ex presidente Néstor Kirchner con uno de ellos- y/o a la libertad de expresión, pecan de ingenuos, desmemoriados o hipócritas, según dónde estén ubicados en el juego de poder. Ignoran, olvidan u omiten que el ex presidente Raúl Alfonsín también estuvo enfrentado al principal grupo dominante, lo que terminó costándole la entrega anticipada del gobierno; ignoran, olvidan u omiten que desde 1983 varias vertientes políticas habían impulsado otras iniciativas sin lograr que ninguna llegara a buen puerto, abortadas por quienes se oponían por conveniencia; ignoran, olvidan u omiten que antes de enviarse al Congreso de la Nación, el Proyecto de Ley fue discutido durante casi medio año en 24 foros que se desarrollaron en distintos puntos del país; ignoran, olvidan u omiten que esta ley es el resultado de un importante consenso -notable, para los tiempos que corren- de todo el arco político.
Todavía deberá pasar algún tiempo hasta que mucha gente comprenda acabadamente la significación de la ley SCA. Quizás eso suceda recién cuando se acalle la campaña con la que los medios que se resisten a ella aturden, confunden y engañan a parte de la sociedad; y cuando se agoten las chicanas a las que recurren.
Decir esto último no necesariamente implica ser oficialista sino poner cada cosa y a cada uno en su lugar. La información es un bien que pertenece a toda la sociedad y no sólo a unos pocos que pretenden ser poseedores indiscutidos de un privilegio que no corresponde o de una exclusividad que no debiera ser tal.
La comunicación que se viene.
La ley SCA es perfectible, como todas las cosas, pero innegablemente significa un salto cualitativo fenomenal en materia de comunicación audiovisual porque también fija pautas relativas a los contenidos, atendiendo las necesidades informativas, sociales, educativas y culturales de nuestra sociedad, revalorizando nuestra identidad. Es decir, no sólo regula cantidad sino calidad. De allí su significancia. De nada vale multiplicar los quiénes sin  atender el qué.
Desde ese punto de vista se abre un nuevo camino: el de discutir desde lo comunicacional qué sociedad queremos a futuro y plasmarlo en una política.
No necesariamente debe esperarse a que se apaguen los fuegos de artificio para transitarlo. El Gobierno ya dio los primeros pasos con los canales no comerciales “Encuentro” y “Paka-Paka”, dedicados a cultura general y a los niños respectivamente. Y está en pié la promesa del canal “Tecnópolis” para este año, con contenidos de ciencia y tecnología.
No obstante lo anterior, como parte de la construcción de ciudadanía, que renace como un fenómeno de los últimos años -un tema que merece ser analizado aparte- y nos tiene como sujetos conscientes de su rol en la transformación que se plantea, la discusión debería incluirnos a todos. No sólo a quienes nos gobiernan. La pregunta es si estamos a la altura de las circunstancias. Si no todos, ¿quiénes?
Los cambios que introduce la ley SCA en las reglas de juego se complementan con la irrupción de la televisión digital en el escenario tecnológico, aún en implementación. Con ella las innovaciones en materia de comunicación televisiva a las que estamos asistiendo en nuestro país suman 3.


La 2da parte de esta nota se publicará el viernes 17 de junio

lunes, 13 de junio de 2011

13 de junio

Coincidiendo con el natalicio de Leopoldo Lugones (1874-1938), cofundador y primer Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.), el 13 DE JUNIO se celebra el DÍA DEL ESCRITOR.
En esta oportunidad quiero rememorar este día reproduciendo partes de un segmento del discurso de otro escritor: E. Dardo Cúneo, fallecido en el mes de abril, a los 97 años de edad.
Gran Premio de Honor 1986 de la S.A.D.E. -máximo galardón con que la institución distingue a aquellos asociados que gozan de reconocimiento dentro de la cultura nacional, por el valor de su obra literaria y por su acompañamiento a la política institucional-, las palabras en cuestión las pronunció en su acto de asunción a su segunda presidencia al frente de la S.A.D.E., recién iniciados los años ‘80.
Decía Cúneo: “No es necesario ser excesivamente advertido para sabernos comprendidos en una crisis de irracionalidad. No es propia de nuestro país, pero el país la vivió como propia. Si ella se adueña de los climas centrales de la época, aquí manifestó nuestros desencuentros. La década del 70 profundizó esos desencuentros en tensiones trágicas que jamás deberán volvernos a alcanzar” ... “Si la violencia en las relaciones entre hombre y sociedad tiene, en nuestro tiempo, su evidente origen en el desequilibrio entre progreso tecnológico y principios éticos, si ella surge del desajuste entre los medios de ese progreso y los fines morales propios de la condición humana, lo que oferta, como habitual, la destructiva contaminación del ambiente y la humillación del espíritu, en estas periferias suratlánticas los duelos de la violencia se hicieron posible entre las pendientes cuentas del subdesarrollo y sus insuficiencias sociales. Y en lugar de anticiparnos en trabajar la necesaria conciencia histórica que nos permitiera incorporarnos a la época, diferenciando, a nuestro favor, cuáles sus certidumbres provechosas y cuáles sus riesgos desechables, forjándonos caminos propios de realizaciones, de salvación, nos cubrió la violencia de diversos signos, o sea voluntad de suicidio de los extremos, haciendo de los crímenes ideológicos una norma de disolución, sometiendo la vida argentina a la usurpación de la muerte. La crisis de irracionalidad se había hecho terror. Y el país viene hacia esta década del 80 sin haber derrotado del todo a esa crisis de irracionalidad y sus consecuencias”.
Transcribir estos conceptos hace a la memoria, tan necesaria para no repetir las partes nefastas de nuestra historia. Y me pregunto si aún hoy, a tres décadas vista, todavía no nos falta terminar de derrotar a esa crisis de irracionalidad. O por lo menos algunos vestigios.
En su día, los saludo y los convoco. Los escritores tienen la responsabilidad de aportar desde su capacidad intelectual el rumbo que permita alcanzar la equidad en nuestra patria, cualquiera sea el género literario que practique cada uno

viernes, 10 de junio de 2011

7 de junio

El 7 de junio de 1810, en los albores de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno fundó La Gazeta de Buenos Aires. Consideraba necesario crear conciencia del curso de los acontecimientos y las necesidades que rodeaban al nacimiento de la Patria.
Tiempo después, en reconocimiento, el 7 DE JUNIO quedó fijado como el DÍA DEL PERIODISTA. ¿Qué mejor semana que ésta para dar a luz este espacio dedicado a opinar sobre nuestras cosas y lo que nos sucede?
La discrepancia habilita al intercambio de ideas y su discusión. A través de esta última se crece como seres humanos y como sociedad. De ninguna manera las diferencias son motivo válido para acallar las voces de quienes piensan distinto.
Lamentablemente no fue lo que nos ocurrió algunas décadas atrás, cuando nuestra sociedad padeció la sinrazón. Se me ocurre que una buena forma de honrar en este día a los periodistas desaparecidos y asesinados durante la última dictadura cívico-militar es listar sus nombres. Mantener viva la memoria evitará que los errores -y horrores- se repitan.
Va aquí ese modesto homenaje:
Claudio Adur - Ricardo Emir Aiub - Alejandro Martín Almeida - Lucina Alvarez de Barros - María Elena Amadío - Andrés Lucio Ariza - Juan José María Ascone - Jorge Alberto Asenjo - Pedro Leopoldo Barraza - Oscar Osvaldo Barros - María Bedoian - Horacio Félix Bertholet - Cristina Bettanín - Guillermo Bettanín - Leonardo Bettanín - Alicia Raquel Burdisso Rolotti - Miguel Angel Ramón Bustos - Dardo Cabo - Juan José Capdepón - Aldo Néstor Casadidio - Conrado Guillermo Ceretti - Jaime Colmenares - José Domingo Colombo -. Haroldo Pedro Conti - Daniel Alberto Danquen - Eduardo Defieri - Julián Delgado - Héctor Ernesto Demarchi - Carlos María Denis - Mabel Kissler de Domínguez - Pablo Hermes Dorigo - Dardo Sebastián Dorronzoro - Alicia Graciana Eguren de Cooke - José Guillermo Espinosa - Ana María Estevao - Rodolfo Jorge Fernández Pondal - Claudio Arnoldo Ferraris - Ernesto Luis Fossati - Jorge Horacio Foulkes - Julio César Fumarola - Gerardo Francisco Gatti Acuña - Marcelo Ariel Gelman - Raymundo Gleyzer - Célica Gomez - Alberto Jorge Gorrini - Luis Rodolfo Guagnini - Diana Griselda Guerrero - Héctor Gutiérrez Ruiz - Norberto Habbegger - Jorge Rodolfo Harriague - Mario Hernández - Mario Herrera - Juan Carlos Higa - Daniel Saúl Hopen - Ignacio Ikonicoff - Santiago José Illa - Maurice Jaeger - Alfredo Kolliker Frers - Miguel Francisco Lizaso - Susana Lugones - Francisco Eduardo Martín - Mario Martínez - Elsa Martínez de Ramíres - José Mario Martínez Suárez - Heraldo Juan Marucco - Marta Mastrogiacomo - Nebio Ariel Melo Cuesta - Román Mentaberry - Zelmar Michelini - Liliana Molteni - Susana Beatriz Medina de Bertholet - Luis Carlos Mónaco - Toni Agatina Motta - Daniel Moyano Vega - Paulo Alberto Nazar - Héctor Germán Oesterheld - Rodolfo Ortega Peña - Carlos Alberto Pérez - María José Perrier -Rafael Perrota - Horacio Norberto Poggio - Enrique Raab - José Eduardo Ramos -Edgardo Sajón - Roberto Jorge Santoro - Juan Miguel Satragno - Víctor Eduardo Seib - Santiago Servín - Roberto Juan Carmelo Sinigaglia - Juan Marcelo Soler Guinard - María Cristina Solís de Marín - Horacio Rodolfo Speratti - Eduardo Suárez - Francisco Urondo - Patricia Villa - Enrique Juan Ricardo Walker - María Victoria Walsh - Rodolfo Jorge Walsh - Tilo WennerMiguel Angel Zavala Rodríguez.
Las tenebrosas muertes no fueron exclusividad de esos tiempos. La democracia también tuvo lo suyo.

Mario Bonino (asesinado el 11-noviembre-1993)

José Luis Cabezas (asesinado el 25-enero-1997)