lunes, 13 de junio de 2011

13 de junio

Coincidiendo con el natalicio de Leopoldo Lugones (1874-1938), cofundador y primer Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.), el 13 DE JUNIO se celebra el DÍA DEL ESCRITOR.
En esta oportunidad quiero rememorar este día reproduciendo partes de un segmento del discurso de otro escritor: E. Dardo Cúneo, fallecido en el mes de abril, a los 97 años de edad.
Gran Premio de Honor 1986 de la S.A.D.E. -máximo galardón con que la institución distingue a aquellos asociados que gozan de reconocimiento dentro de la cultura nacional, por el valor de su obra literaria y por su acompañamiento a la política institucional-, las palabras en cuestión las pronunció en su acto de asunción a su segunda presidencia al frente de la S.A.D.E., recién iniciados los años ‘80.
Decía Cúneo: “No es necesario ser excesivamente advertido para sabernos comprendidos en una crisis de irracionalidad. No es propia de nuestro país, pero el país la vivió como propia. Si ella se adueña de los climas centrales de la época, aquí manifestó nuestros desencuentros. La década del 70 profundizó esos desencuentros en tensiones trágicas que jamás deberán volvernos a alcanzar” ... “Si la violencia en las relaciones entre hombre y sociedad tiene, en nuestro tiempo, su evidente origen en el desequilibrio entre progreso tecnológico y principios éticos, si ella surge del desajuste entre los medios de ese progreso y los fines morales propios de la condición humana, lo que oferta, como habitual, la destructiva contaminación del ambiente y la humillación del espíritu, en estas periferias suratlánticas los duelos de la violencia se hicieron posible entre las pendientes cuentas del subdesarrollo y sus insuficiencias sociales. Y en lugar de anticiparnos en trabajar la necesaria conciencia histórica que nos permitiera incorporarnos a la época, diferenciando, a nuestro favor, cuáles sus certidumbres provechosas y cuáles sus riesgos desechables, forjándonos caminos propios de realizaciones, de salvación, nos cubrió la violencia de diversos signos, o sea voluntad de suicidio de los extremos, haciendo de los crímenes ideológicos una norma de disolución, sometiendo la vida argentina a la usurpación de la muerte. La crisis de irracionalidad se había hecho terror. Y el país viene hacia esta década del 80 sin haber derrotado del todo a esa crisis de irracionalidad y sus consecuencias”.
Transcribir estos conceptos hace a la memoria, tan necesaria para no repetir las partes nefastas de nuestra historia. Y me pregunto si aún hoy, a tres décadas vista, todavía no nos falta terminar de derrotar a esa crisis de irracionalidad. O por lo menos algunos vestigios.
En su día, los saludo y los convoco. Los escritores tienen la responsabilidad de aportar desde su capacidad intelectual el rumbo que permita alcanzar la equidad en nuestra patria, cualquiera sea el género literario que practique cada uno

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