viernes, 28 de octubre de 2011

Roberto Lago - UN AÑO SIN EL GRAN...


Esta vez incorporé una nota de Roberto Lago, publicada en la página Web de TELAM. Se titula “Un año sin el gran arquitecto del modelo”. La encontrarán en la sección “OTRAS VOCES”, donde están alojadas todas aquellas de quienes quieran expresarse en este espacio.
No es que el autor haya querido publicar aquí, sino que hacerlo fue iniciativa de EL GUARDAFARO. Elegí la suya entre muchas otras publicadas por estos días en diferentes medios de comunicación. Lo hice por su prolija enumeración de las cosas que Néstor Kirchner hizo desde su asunción hasta su muerte. No fueron todas, pero sí fundantes, y no quise que EL GUARDAFARO quedara ajeno a la circunstancia de conmemorarse el primer aniversario de la muerte del ex Presidente.
Cantidad de notas fueron las que se publicaron, y cantidad de homenajes se vivieron en todo el territorio del país. Destaco la iniciativa de los mineros de Santa Cruz: la escultura que se muestra en un costado y que será emplazada en la localidad de Río Turbio.
Aunque coincido con R Lago en que Néstor Kirchner "recibió el fin de semana pasado el mejor homenaje de su pueblo -considero que el más grande, el que más estimaría-, plasmado en un 54 por ciento de los votos para su compañera de vida y de militancia".

martes, 25 de octubre de 2011

EL DOMINGO 23

Sólo familia, amigos y algún que otro desprevenido asistieron a la representación de tan gastada como inverosímil -aún desde lo ficcional- obra, a cuyo no renovado elenco de escaso talento encabeza y dirige. No logró vender sus boletos de entrada ni a precio de remate. Las encuestas a las que es tan afecto y las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) ya habían anunciado su desplome. Y el domingo 23 las urnas le dijeron a Eduardo Duhalde que su escenografía de utilería está apolillada por berreta; que más que insistir en emparcharla es hora de que la demuela…
Existen quienes, en cambio, no esperaron a que la realidad les indique nada. Y demolieron por anticipado. Pero demolieron lo que no debían demoler. Demolieron lo que no tienen derecho a demoler. Hace 10 años demolieron principios, Derechos, dignidad y sueños. Esta vez demolieron la esencia de un partido político centenario que supo ser trascendente, protagonista de hitos de la vida institucional. Demolieron respeto a la memoria, alguno portando apellido y otros no. Entre estos últimos están los Cobos, los Sanz, los Morales… Y el mismo domingo 23 las urnas les pasaron Factura.
Hay momentos en que el surgimiento de alguna posibilidad de cambio frente a una realidad que no satisface resulta una bocanada de aire fresco. En un momento no tan lejano Elisa Carrió encarnó nuevos vientos de un -por entonces- roído escenario político. Pero junto con su entorno hace tiempo que también demolió incansablemente esa esperanza que alguna vez representó para alguien. Fue artífice de su propia hecatombe. La que habían anunciado las PASO y quedó ratificada el domingo 23. Y no hace falta abundar en cómo llego hasta allí…
Pobres… Pobres ellos, ellos y otros, casi todos, que desperdiciaron tiempo, oportunidad y, por qué no, inteligencia que seguramente existe entre sus filas, siguiendo quién sabe qué dictados que provendrían detrás de bambalinas, desde las sombras... Las sombras no permiten ver con claridad… Pobres ellos que no quisieron ver. Pobres ellos que no quisieron entender que el camino de los mensajes temerarios, o el de renunciar a los principios y el de las profecías apocalípticas no conducen sino al fracaso. Pobres ellos que se privaron sumar. Pobres ellos que no supieron interpretar la hora que vivimos. La de reconocernos y aceptarnos como el pueblo que somos y como parte de la región; región que coincide en el cambio profundo que demandan sus pueblos; cambio profundo inspirado en la gesta independentista. Su continuación sin sables ni balas. Pobres ellos que se negaron el privilegio de este momento. Pobres...
Las estrellas fugaces, también. Tan lábiles…
Nada de lo que todos ellos hicieron y dijeron bastó para impedir el apoyo de una abrumadora mayoría a quienes construyendo demolieron. Construyeron con hechos concretos, para todos, demoliendo con ello a sus detractores  Convicción, tenacidad y audacia, ingredientes que hay que reconocer.
Tan importante como llegar es mantenerse. Lo segundo suele ser más difícil que lo primero, y el domingo 23 quedó demostrado que Cristina Fernández de Kirchner lo logró; ¡batiendo récords!
Comienza una nueva etapa del desafío para esa mujer que cada vez supera su propia marca en los comicios; que cosecha la mayor diferencia de votos con el segundo en la Historia del país -más que segundo, el primero del pelotón de los últimos-, que resulta ser la primera mujer reelecta Presidente en el mundo… Comienza una nueva etapa del desafío para esa mujer, sin cheques en blanco pero con el guiño claro de un pueblo que le pide que siga por la misma senda… Comienza una nueva etapa del desafío para esa mujer y el mundo en crisis nos mira.

viernes, 21 de octubre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte VIII)


Seguidamente a “DE LA SIMPATÍA” -el tema tratado en esta oportunidad- José Ingenieros aborda los de justicia y solidaridad, en sendos subcapítulos. En ese orden y vinculando entre sí la terna, construyendo un bloque conceptual como en los demás capítulos que integran la obra.

En sintonía con su compromiso ideológico y en función del bloque conceptual al que se hizo referencia, en este caso se ocupa de la simpatía entendida más cercanamente a su definición desde la ciencia Física [1], trasladado a lo social, que como aquella característica que hace agradable a un individuo y que define como simpatía física. En tal sentido, afirma: “la afinidad de anhelos, de creencias, de esperanzas acerca los caracteres y los hace simpatizar”. Y es esa afinidad la que, para él, hace más firme a la simpatía, dado que es “la que arraiga en la comunidad de ideales”. ¿Qué son anhelos, creencias y esperanza sino componentes de los ideales?

El autor vuelve a hablar de 2 tipos de personas, como en otras oportunidades. Esta vez con relación al tema en cuestión. Diferencia aquellos que “están inclinados a -o tienen la capacitad de- simpatizar con los demás”, de los que no. A los primeros los considera “los mejores instrumentos de la armonía social” e identifica en los segundos el origen de la intolerancia y el odio, causa por la cual los descalifica. Descarga sobre ellos un indisimulable menosprecio, como siempre lo hace con quienes escapan a la moralidad que pregona.

De los inclinados a simpatizar con los demás sostienen que “saben comprender las tendencias homogéneas”. En cambio de los otros, de los que “no pueden sentir simpatía ni despertarla”, aquellos a los que en algún momento califica de suspicaces, dice que “viven escudriñando lo inconciliable de los caracteres” y que “están condenados a sembrar la discordia y a sufrir de ella”. Y los más duros conceptos se los dedica en el siguiente pasaje: “Son escorias sociales los que viven de la hipocresía o esparcen la calumnia, los que fingen o mienten, los que ocultan una partícula de la verdad que saben para obtener una prebenda o un beneficio, los que alientan la indignidad ajena o no se avergüenzan de la propia”; palabras que pueden resultar conocidas, toda vez que, oportunamente, el párrafo fue mencionado aquí, en una de las notas de la serie “TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS”.

Cuando José Ingenieros escribe: “no se tolera al que no se comprende, no se ama al que no sabe comprender”, condiciona la capacidad de simpatizar con otros a la de comprender. Y por transición anticipa la vinculación de la primera con la justicia. “Juzgar a los hombres sin comprender sus móviles, sus sentimientos o sus ideales constituye una falta de moralidad”, dice.

Condicionar la simpatía a la comprensión es un aspecto interesante de su planteo si se tiene en cuenta que, a su vez, considera a la solidaridad -otro integrante del bloque conceptual bajo análisis- como un grado  evolucionado de la comprensión, en la que ésta tiende a hacerse colectiva.

También sostiene: “el más alto ritmo de la simpatía es la admiración”, argumentando: “al admirar reconocemos que lo admirado se acerca a nuestro ideal”, para finalmente cerrar este primer círculo instando a quienes está dirigida su deontología, los jóvenes: “aprendan a comprender y admirar, porque la admiración de lo superior estimula el deseo de igualarlo”.





[1]              Relación entre dos cuerpos o sistemas por la que la acción de uno induce el mismo comportamiento en el otro

viernes, 14 de octubre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte VII)

Entusiasmo, energía, voluntad e iniciativa son las condiciones sobre las que se explayó José Ingenieros antes de abordar este nuevo subcapítulo, “DEL TRABAJO”; condiciones que han sido tratadas en las Partes III a VI, consecutivamente. Aquellas que considera necesarias -por qué no imprescindibles- para el hacer y en el hacer. Antes y durante.
En este subcapítulo, el autor traduce el hacer en trabajo, a quien le reconoce el mérito de todos los logros: “Todo el capital de la humanidad es trabajo acumulado”. A su vez atribuye a éste la condición de “deber social”; a tal punto, que “quien nada aporta a la colmena no tiene derecho de probar la miel”. Contundente y claro. Tanto como cuando escribe sin recurrir a parábola alguna: “cumple el deber de producir y tiene el derecho de consumir”.
No obstante lo aligera de carga -o de esa sensación de carga que transmite-, al sostener: “La injusticia social ha conseguido que hasta hoy  el trabajo sea odiado, convirtiéndolo en estigma de servidumbre”. Y lo enaltece atacando cuando se lo “impone precozmente, como una ignominia o un envilecimiento, bajo la esclavitud de yugos torpes, ejecutado por hambre, como un suplicio, en beneficio de otros”.
Es este enfoque del tema el que permite identificar las bondades de algunas políticas locales impulsadas con vehemencia en la actualidad; p. ej.: la persecución al trabajo esclavo, y su sanción; el llamado a los trabajadores a organizarse sindicalmente; y, en la misma línea de lo anterior, el restablecimiento de las paritarias para la negociación y preservación de salarios dignos.
Salario digno es la síntesis conceptual de lo que José Ingenieros sostiene, cuando dice: “dando lo que pueden su brazo y su ingenio, merece lo que necesita para su bienestar físico y moral”.
¡Que privilegiados somos los que vivimos aquí en este tramo de la historia!, habilitados a sentirnos “ex náufragos ahora en tierra firme, mirando protegidos y con piedad a tantos inesperados náufragos...” -como oportunamente dije que escribió Orlando Barone-, cuando en Europa y los EEUU justamente los grandes perdedores resultan ser el trabajo y los trabajadores.
Allí la cultura de la especulación se impuso a la del trabajo, sin importar que sólo unos pocos se benefician con aquella y, contrariamente, del trabajo depende la mayoría. Ahora, a los daños que causó la primera se los pretende remediar con menos segundo y menos contención social. Fusilamiento a la dignidad de muchísimos seres humanos, convenientemente maquillado por la retórica defensa de políticas tan probadamente inservibles al bien común, discursada desde los púlpitos de la mezquindad.
Nosotros también hemos soportado la obscenidad de serviles políticas que degradaron sin pudor a trabajadores y a nuestros mayores. Un pasado no tan lejano, pero quizás lo suficiente como para recordarse un poco desdibujado ante la magnitud de las restituciones que le siguieron en los últimos años. Cúmulo de Justicia y Derecho, de reparaciones y conquistas.
Hay quienes pretenden ocultar los hechos negando esa porción de pasado y renegando de este presente. La memoria de una treintena de cuerpos desparramados por las calles desmiente la negación de los hipócritas; y el reventón de las urnas que viene marchando convierte en frustración cualquier ilusión de tanto renegador oportunista, de manos vacías.
Es que las palabras equidad e inclusión provocan espanto a quienes andan escasos de moral. Trabajo resulta ser el más apto de los vehículos que las viabilizan, a la vez que posibilitará dar por terminado algún día el tiempo de los paliativos.

viernes, 7 de octubre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte VI)

En el subcapítulo “DE LA INICIATIVA”, desde la palabra José Ingenieros estimula a los jóvenes a tener iniciativa. Sostiene que “la juventud se mide por el inquieto afán de renovarse” y, volviendo a su “piedra preciosa”, los ideales, sentencia: “sin ideales no puede haber iniciativa”.
Les propone además, que: “de los que saben más, aprende, sin imitarlos; de los que ofrecen más, apártate, no pidas”. Considera que quien es capaz de realizar su ideal, no suele necesitar de los demás. En esa línea de pensamiento alimenta la idea que la iniciativa debe ser libre, buscando perfeccionamientos, renunciando a lo conocido, lo viejo. De lo contrario -afirma- el hombre deja de ser él mismo.
Carga contra la vejez -del espíritu y el intelecto, no física-, denunciando, una vez más, que es inherente a ella oponerse a toda innovación. Deja implícito, entonces, la necesidad de rebelarse, haciendo; y dejando la propia impronta en el hacer.
En su habitual juego de contrastes hace mención a 2 tipos de hombres: los mansos y los ignorantes, por un lado; y los dignos, por el otro. De los primeros dice que “por falta de confianza en sus propias fuerzas, entregan su destino a la complicidad de los demás”; es decir, no se comprometen, no arriesgan, no hacen, dejan su destino en manos de los otros. Mientras que “el hombre digno piensa, quiere y hace”. Hoy les llamaríamos: proactivos.
Hacia el final el autor asocia la iniciativa a la responsabilidad. Promueve hacer en función de la primera, con independencia del resultado, pero haciéndose cargo de este último. Haya sido ese para bien o para mal.
En esta oportunidad no se vislumbra un sesgo político claramente definido en su exposición. En realidad sucede así en todo el capítulo en tratamiento. Quizás también en los siguientes. Es que los conceptos vertidos por el autor, las fuerzas morales, como él las llama, son aplicables a todos los aspectos de la vida. Hacen a los valores de cada individuo y son válidos para la vida en su conjunto.
Pero como al decidir que repasaría esta obra prioricé al valor cívico, siento la necesidad de referenciar paralelismos de la actualidad con lo que José Ingenieros escribió. Sólo algunos que veo y siento. Valga como tal, en este caso particular, todas aquellas medidas / políticas que el Gobierno ha estado tomando e implementando; aquellas que en otra serie de notas he dado en llamar “ROMPIENDO ESTEREOTIPOS”. Se esté de acuerdo o no con ellas. Nos reflejen o no. Nótese que ellas reúnen varias, sino todas, las características resaltadas.



martes, 4 de octubre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte V)

Puede decirse que los 3 parágrafos que integran “DE LA VOLUNTAD” complementan el subcapítulo “DE LA ENERGÍA”. No se puede pensar en poner energía al hacer algo si a ésta no la acompaña la voluntad de la concreción.
Siguiendo el hilo conductor implícito en los conceptos de esta obra de José Ingenieros, cómo no pensar en la necesidad de una férrea voluntad para poner toda la energía necesaria en la consecución de los cambios que los ideales demandan ante una realidad que ya no conforma, si para lograrlos habrá que enfrentar “las resistencias inmorales que apuntalan el pasado” y a “bastardeados apetitos”.
El autor se refiere a la voluntad como firmeza de conducta, sin la cual –sostiene sentenciosamente, fiel a su estilo- no hay moral. Al llamar holgazanes a quienes “no  emprenden nada y pretenden justificarse desacreditando las empresas ajenas”, da por sentado la necesidad permanente de hacer. En función de su posicionamiento ideológico, un hacer íntimamente ligado al acrecentamiento de la justicia social.
Evidentemente, al decir: “Cruzarse de brazos ante un mundo moral que incesantemente se renueva, es suicidarse; es morir de sed junto a las fuentes de la vida”, como en muchos otros pasajes de su obra José Ingenieros hace de ese posicionamiento ideológico un compromiso. Y tal es así que no acepta la vacilación ni el desfallecimiento. A la primera la define como la traición al pensamiento, y al segundo como su repudio.
Se pueden tomar 3 acontecimientos del ámbito nacional, relativamente recientes y bien definidos, disparadores de reacciones que constituyen claros ejemplos de lo que Ingenieros intenta transmitir aquí: marzo de 2008, cuando el Gobierno impulsó aquella medida que apuntaba al modelo agroexportador, la Resolución 125, y perdió la pulseada; junio de 2009, cuando el Gobierno recibió el revés electoral que debilitó su “pata” legislativa al perder un tercio de los cargos que se renovaban en ambas Cámaras; y octubre de 2010, cuando falleció el esposo y sostén en varios sentidos de la actual mandataria.
En cada una de esas oportunidades los sectores del poder fáctico, con los que el kirchnerismo viene lidiando desde un  principio, supusieron hendido al Gobierno. Con ello imaginaron el comienzo de una nueva era: la de la incapacidad del último para continuar con el proyecto de transformación del modelo político-económico o, por lo menos, para continuarlo sólo parcialmente y consensuándolo; es decir, condicionado. Y la respuesta fue…: más transformación. El Gobierno no sólo continuó con las políticas ya implementadas –p.ej.: de DDHH y de desendeudamiento-, sino que multiplicó y profundizó los cambios. Sumó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el regreso de los fondos previsionales a las arcas del Estado, la Asignación Universal por Hijo –que luego se amplió para alcanzar a las mujeres embarazadas- y muchas otras cuestiones más.
Allende el qué y el cómo, con los que se puede o no estar de acuerdo, total o parcialmente -e incluso con matices-, no puede dejar de reconocerse el compromiso del Gobierno con su proyecto; proyecto que responde a un ideal de país y compromiso que no es otra cosa que una fuerte voluntad de alcanzarlo; voluntad que se refleja en la energía puesta en la empresa.