viernes, 29 de julio de 2011

ROMPIENDO ESTEREOTIPOS (Parte II)

Recuperar del rol del Estado sometiendo la economía a la política, poniendo la primera al servicio de la segunda, es romper con la Corporaciocracia en favor de la Democracia. Y en la Argentina, en función de su Historia, eso es prueba de convicciones firmes, extraordinaria voluntad política y coraje de quien lo intente. Ayer, hoy y mañana, no apto para timoratos. Pensar que el intento de desposeer de poder a los indebidos poseedores de siempre no provocaría su resistencia hablaría de ingenuidad.
Más que resistencia de parte de los defensores del statu quo, implementar políticas en contrario han, están y continuarán generando ataques. Por momentos tan virulentos y faltos de código que huelen a desestabilizadores. “Resistencias inmorales que apuntalan el pasado”, definiría José Ingenieros.
Una muestra elocuente de ello, reciente, aún humeante, es el discurso del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcatti, en el acto inaugural de la emblemática muestra anual de la entidad. Tan emblemática como, en esta oportunidad, su número de edición: 125ª, que trae al recuerdo a aquella resolución que causó el más serio de los conflictos que la Presidente Cristina Fernández debió enfrentar hasta la fecha: el lock out patronal agropecuario, organizado por la autodenominada Mesa de Enlace.
Otra muestra de ataques, en este caso permanente, son los Grupos que concentran los medios de comunicación. Si bien la frontera de los intereses de éstos sobrepasa ampliamente el límite de lo comunicacional, haciendo que sean muchos y variados los motivos de los ataques, ese aspecto en sí mismo (el comunicacional) se torna sustancial tanto para ellos -dados los beneficios que les significa el dominio del campo simbólico- como para el Gobierno de turno –por la manipulación en el tratamiento de sus actos y los hechos-.
Sucede que los Grupos mediáticos ofician de punta de lanza de un entramado de poder -los barones del neoliberalismo local-, para sus propios despliegues políticos; entramado de poder del que los Grupos mediáticos son parte, que no se resigna a ceder ni un ápice. Los Grupos mediáticos son el caballo de Troya de los barones del neoliberalismo local con el que penetran en el imaginario colectivo; desideologizan a la sociedad para imponer su ideología.
Entonces, no es que “el Gobierno está demasiado enfrascado en Clarín y los medios”, como opinó hace unos días el escritor Guillermo Martínez. Romper la hegemonía mediática y alcanzar la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley SCA) resulta imprescindible para romper la impunidad de la palabra que detentan; impunidad al servicio de otras impunidades. Como dije en “TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte I)”, “La ley SCA es perfectible, como todas las cosas, pero innegablemente significa un salto cualitativo fenomenal en materia de comunicación audiovisual”.
Siendo los barones del neoliberalismo local supuestamente defensores del libre mercado absoluto, la competencia, según sus propios conceptos, debería resultarles tan lógica como natural y sana  ¿O es que en estado de competencia, sin la protección de su condición monopólica u oligopólica, sus prácticas y su discurso resultarían más frágiles que pompas de jabón?
Resistencias inmorales.
El poder económico, el de las corporaciones, que había ocupado el lugar vacío que dejó el Estado, en el escenario de hoy pierde el control de un poder que había tomado para sí en su favor: el político; alejado del beneficio colectivo que es por el que realmente debe velar el Estado.  
Siempre luchó por ocupar ese lugar, y lo logró a partir de los años ’70 y, fundamentalmente, en la década del ’90. Así pudo poner la política al servicio de la economía, para su propio beneficio. Pero un Estado desprovisto de rol no es un Estado soberano. En un Estado así soberanía se convierte en una palabra decorativa por inexistencia real. Entonces, haberlo recuperado fue comenzar a poner las cosas en su lugar. Y la resistencia a ello y los ataques no deben extrañar a nadie; solamente no hay que dejarse engañar.

martes, 26 de julio de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte III)

Los 3 parágrafos que integran el subcapítulo “DEL ENTUSIASMO” son un canto a la fogosidad del ánimo, que se supone caracteriza a la juventud. José Ingenieros permanentemente se dirige a aquella juventud, la predispuesta. Y la incentiva.
Permanentemente juega en sus apreciaciones con el contraste entusiastas-no entusiastas. Insiste con la necesidad de contar con entusiasmo cuando de alcanzar los ideales se trata; y la esterilidad de estos últimos sin el primero. Quizás, por aquello que los jóvenes deberán luchar contra “bastardeados apetitos”, “desafiando el recrudecer de las resistencias inmorales que apuntalan el pasado”.
También deja abierta la posibilidad de conservarlo a aquellos que han dejado atrás su años mozos aunque no sus ideales y, consecuentemente, tampoco la esperanza de producir cambios. Son, para él, quienes pueden llevar el mensaje a la nueva generación. Sostiene:Para ser entusiasta no basta ser joven de años; hay que formarse un ideal, sobreponiéndose a las imperfecciones de la realidad y concibiendo por la imaginación sus perfecciones posibles”.  
He allí una perfecta combinación: experiencia y potencia, unidas por ideales y entusiasmo. Perfecta y prometedora. Hoy se percibe que la política “ha prendido” en muchos jóvenes, a contracorriente de quienes prefieren una sociedad despolitizada y que han puesto y continúan poniendo –considero y espero que inútilmente- todo su empeño en lograrlo. Y “ha prendido” gracias a “quienes depositaron en ellos la esperanza y lograron ventilar el escepticismo y despertar inquietudes… a quienes les abren paso en los terrenos de la política y de la gestión, constituyéndose en vaso comunicante entre generaciones de la práctica política”, promoviendo el cambio de estructura generacional en el sistema institucional.
Aunque, asimismo, en estos casos los heraldos encierran un peligro latente: la posibilidad de hacer confundir el rumbo. En la búsqueda del cambio hay que saber orientar la proa. Esa necesidad de contar con el saber, de la que habla José Ingenieros en el parágrafo 3, está  íntimamente ligada a ello y a evitar el engaño.
Ilustrarse no evita totalmente la posibilidad de equivocarse -“Un entusiasta, expuesto a equivocarse, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca”, sentencia el autor-, pero impide apasionarse ciegamente. Algo muy distinto a poner pasión en las cosas que se defienden y se hacen. “El que se apasiona ciegamente es un fanático al servicio de pasiones ajenas”, previene. El sangriento segundo quinquenio de los años ’70 nos enseñó. Una parte importante de una generación arrastrada por sus ideales y su entusiasmo, usada; y la más aberrante contrapartida posterior.
Por otra parte, el proceso de transformación político-social-cultural al que asistimos se abre camino en un terreno minado desde hace tiempo, babel fértil para el engaño por parte de pretendidos dueños de La Verdad. Sus esbirros y lacayos, incluidos. Ilustrarse también supone no caer en la trampa de sofismas.

viernes, 22 de julio de 2011

ROMPIENDO ESTEREOTIPOS (Parte I)

En "LAS FUERZAS MORALES (Parte II)" recurrí a los casos europeos para visualizar mejor la relación existente entre algunos conceptos de José Ingenieros y la situación actual de ciertos países del viejo continente.
No es casual la similitud que guardan esos casos con nuestro pasado no tan lejano. Reconocerla permite tomar conciencia de la magnitud de las diferencias entre ese pasado y el presente, logradas por la decisión de recuperar el rol del Estado; rol que había sido entregado al -o apropiado por el- poder fáctico real: el poder económico o poder de las corporaciones.
Es fantástico apreciar el camino recorrido en tan poco tiempo, aunque falte mucho por hacer. Es fantástico que, desde el punto de vista de la situación económica, se “haya logrado que miremos hacia Europa como ex náufragos ahora en tierra firme, mirando protegidos y con piedad a tantos inesperados náufragos de Europa”, como escribió Orlando Barone en estos días. Y no todo fue gracias al “viento de cola”, como afirman algunos.
Se logró tras el duro aprendizaje que las crisis nos dejaron, con heridos -y muertos- en el camino: la necesidad de romper el estereotipo impuesto en el pasado. Subvertir el orden, sometiendo la economía a la política y dejando atrás tanta recurrencia inútil a viejas ataduras.
Esta nueva forma de entender la política permitió comenzar a avanzar “en la conquista del acrecentamiento de la justicia social”, en palabras de José Ingenieros. Aunque no de la mano de los jóvenes, como sostiene, sino de quienes depositaron en ellos la esperanza y lograron ventilar el escepticismo y despertar inquietudes -algo tan inesperado como halagüeño para los que quieren bien a este país, donde reinó el “no te metas”-; de quienes les abrió paso en los terrenos de la política y de la gestión, constituyéndose en vaso comunicante entre generaciones de la práctica política -algo tan inesperado como resistido por quienes ya se dijo-.
Y es entonces que “se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles … que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud”, según terminé la nota “TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte V)”.
Plausible por esperanzador, con independencia de la facción política desde donde se gesta ese cambio.
Por lógica, alarmado por ese giro antes impensable, el poder fáctico se resiste a aceptarlo. “Las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país” -como define Fito Páez, a quien mandaron demonizar los defensores de su pretendida exclusivamente propia libertad de expresión-, en su intento por desarticular el proceso transformador recurre a uno de los integrantes del club: el poder mediático, con el objetivo de desgastar y condicionar a quienes lesionan sus intereses. Ya que el chantaje directo no funciona con el actual poder político, desde el poder mediático dirigen su mensaje. Manipulan la información, mienten e intentan instalar en el imaginario colectivo, fundamentalmente en aquella porción de ciudadanos a la que su propia condición socio-económica satisface -y no tanto- buena parte de sus respectivas expectativas, la idea que la justicia social se logrará a expensas de ella, perjudicándola; que el bienestar de ella se garantiza dejando las cosas como estaban  y haciendo lo que se venía haciendo; que la equidad es una cuestión de cada uno, de su capacidad y su esfuerzo.
Y aquellos individuos previa y convenientemente colonizados intelectualmente, previa y convenientemente desposeídos de sentido crítico, previa y convenientemente imbuidos de hiperindividualismo, se lanzan a hacer eco en celosa defensa de sus “pequeñas conveniencias”. En realidad, tratándose de ciudadanos comunes, sirviendo sin darse cuenta a intereses de los que no son parte.

viernes, 15 de julio de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte II)



En los 3 parágrafos que integran el subcapítulo “JUVENTUD”, José Ingenieros desliza conceptualmente que en cualquier momento histórico todo cambio siempre provendrá de la juventud. Alude al envejecimiento espiritual y moral de las generaciones como un hecho irremediable; y sostiene que es entonces cuando sobrevienen las crisis que les permiten a las sociedades avanzar, de la mano de los jóvenes, en la conquista del acrecentamiento de la justicia social.
El envejecimiento espiritual y moral de las viejas generaciones -que, para el autor, cuando se produce “la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia”- se constituye en una oportunidad para las nuevas, porque “cada generación abre las alas donde las ha cerrado la anterior”.
Advierte que esos jóvenes deberán luchar contra “bastardeados apetitos”, “desafiando el recrudecer de las resistencias inmorales que apuntalan el pasado”, porque quienes han envejecido “piensan en el pasado y viven en el presente”.
Esos bastardeados apetitos y las resistencias que apuntalan el pasado quedan claramente ejemplificados en el caso de Grecia, a cuyo gobierno se lo presiona -¿o extorsiona?- para que acate los condicionamientos que se le imponen para “salvar” su economía con recetas aparentemente racionales pero voraces y probadamente fracasadas: severo ajuste de gastos, aumento de impuestos, rebaja de salarios y privatizaciones. Todo a cambio de un “rescate” financiero que implica endeudarse más para pagar deuda; “rescate” financiero que requiere que las próximas 3 generaciones queden hipotecadas para devolverlo. Si pueden.
Una lógica puesta al servicio de los intereses de los bancos alemanes y franceses que requieren que “se honre”, para su propio resguardo -sino colapsan-, la deuda que el sistema financiero indujo a ese país (Grecia) a generar.
Ese es el caso europeo actualmente más visible. Pero Inglaterra también tiene lo suyo. Y Portugal. Y ya se ciernen sombras a futuro sobre España e Italia. La solución pretendida es común a todos: ajustes, sacrificio y rigor. El objetivo también: preservar al sistema financiero; ese que se resiste a mesurar su ambición. Tanto los pueblos en sí mismos como sus Derechos y sus necesidades no cuentan, incluso aunque ello demande la traición de los gobernantes a los principios que supuestamente los mueven y los llevaron al poder.
La escritora española Rosa Montero hace unos días dijo que siente que España está vieja en todo sentido. ¡Europa en general pareciera estar vieja! Y es por eso que en ese continente los jóvenes comienzan a manifestarse a favor de un cambio. Lo reclaman, lo exigen. Lo contrario a aceptar “tristes, resignados, escépticos, acatando como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden”, que es otra de las caras que José Ingenieros identifica con el envejecimiento moral y espiritual de las sociedades; y por ello urge a los jóvenes a “tomar a los ciegos de la mano y guiarlos hacia el porvenir. Arrastrarlos si dudan; abandonarlos si resisten”.
Si bien es un caso muy distinto a los anteriores, Chile es otro ejemplo de lozana sed de cambios. En el año 2006, a pocos meses de asumida la presidente Michelle Batchelet, los estudiantes secundarios la pusieron en jaque en lo que se conoció como la Revolución Pingüina.
Y por estos días, los estudiantes secundarios y universitarios parándole la enseñanza del país a Sebastián Piñera Echenique en reclamo de una educación gratuita y de calidad.
En nuestro país hemos visto mucho empeño en despolitizar a la sociedad. Pero “se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles; sectores que no se dejaron inocular y que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud”, según terminé la nota “TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS”.
José Ingenieros no sólo aprecia la pujanza de la juventud. También apela a la necesidad de que ella se capacite -la enseñanza, un tema que merece ser analizado aparte-, porque “un brazo vale cien brazos cuando lo mueve un cerebro ilustrado; un cerebro vale cien cerebros cuando lo sostiene un brazo firme”.
Dado que “la experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y valores”, es dable pensar que ese avance al que hace referencia el autor será un perpetuo devenir; nunca terminará. Lo que explica por qué sostiene que “quien pone bien la proa no necesita saber hasta dónde va, sino hacia dónde”. La mayor amenaza: las tormentas a sortear para no confundir ni perder el rumbo.

martes, 12 de julio de 2011

Fito Páez - LA MITAD

Esta vez incorporé una nota de Fito Páez, publicada en el día de la fecha en el matutino Página 12. Se titula “La mitad” . La encontrarán en la sección “OTRAS VOCES”, donde están alojadas todas aquellas de quienes quieran expresarse en este espacio.
No es que el músico y cantautor haya querido publicar aquí, sino que consideré que  una nota así no debe dejar de reproducirse.
En los medios no pasó desapercibida. Dieron cuenta de ella los gráficos, en sus versiones digitales, y varios programas de radio. Las voces se multiplicaron a lo largo del día, a favor y en contra. Belleza y ventajas de la libertad de expresión que vivimos en la actualidad.
Fito expresa su sentir con vehemencia y sin vueltas, como se expresa todo enojo. Y a través de él pinta claramente la que entiende que es la Buenos Aires de hoy. Una nota totalmente desprovista de cinismo, contrariamente a las de los no pocos variopintos que moran en los medios.

viernes, 8 de julio de 2011

J Ingenieros - LAS FUERZAS MORALES (Parte I)

Consideraciones preliminares.
Terminé la nota anterior, diciendo: “Hace tiempo que la crisis de valores me devolvió a la obra de José Ingenieros…”
Valor es una palabra que depende del contexto en la que se la utilice. Posee una cantidad considerable de acepciones.
Los valores a los que me refiero cuando denuncio su crisis son aquellas cualidades que hacen estimable a las personas; cualidades positivas que le dan condición de virtud, o de bien apreciable, merecedoras de reconocimiento. Los hay de distintas jerarquías, superiores e inferiores, algo ya dependiente de la subjetividad.
De algunos ya hice mención anteriormente. Pero al decidir que por esa crisis de valores el tratamiento de “Las fuerzas morales” –el testamento ético de Ingenieros, según Héctor Agosti- sería parte de este espacio, prioricé en esta oportunidad al valor cívico. Aquel definido como entereza de ánimo para cumplir los deberes de ciudadanos; aquel en el que tendrán que apoyarse, sin temor, ”los jóvenes quienes más pronto que tarde deberán encarnar la transformación que revierta los resultados de las políticas que nos arrojaron desbastados moral, espiritual y económicamente en la puerta del siglo XXI”.
Al repasar esta pieza no olvidemos que José Ingenieros produjo obras de gran contenido ideológico, fue reconocido como Maestro de la Juventud de América Latina y su pensamiento tuvo gran ascendencia sobre varias generaciones del continente. Entre otras cosas, se destacó por su influencia entre los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918.
Juventud e ideal constituyen un binomio inseparable en el pensamiento de José Ingenieros, quien convoca a la primera a tener un ideal. Para el autor el idealismo es una fuerza moral que se inspira en el deseo de mejorar lo real; y mejorar lo real gira alrededor de lograr la justicia social, lo que en cierto modo explica por qué afirma que a las fuerzas morales “las temen los poderosos y hacen temblar a los tiranos”.
Basándose en el hecho que en “el perpetuo fluir del universo nada es y todo deviene” y en que, consecuentemente, “la experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y valores”,  sostiene que las fuerzas morales son modelables con el transcurso del tiempo. “… no son virtudes de catálogo, sino moralidad viva. El perfeccionamiento de la ética no consiste en reglosar categorías tradicionales (a las que califica de “momias éticas, inútiles”). Nacen, viven y mueren, en función de las sociedades”.
Sostiene que “cada generación renueva sus ideales”; y declara su anhelo de poder estimular a los jóvenes a descubrir los propios. Entiende que una sociedad que carece de ideales es una sociedad que no piensa (para él, una de las peores –sino, la peor- carencias), mediocre, y considera que los ideales son el resultado más alto de la función natural de pensar, producto del eterno deseo de perfectibilidad que debiera movernos en la búsqueda por aumentar la dignidad individual y la solidaridad del conjunto.

martes, 5 de julio de 2011

N. Pannone - PAPÁ NOEL...

Hoy he incorporado una nota enviada por el escritor Norberto Pannone. Se titula “Papá Noel y los Reyes Magos”. La encontrarán en la sección “OTRAS VOCES”, donde estarán alojadas todas aquellas de quienes quieran expresarse en este espacio.
Encuentro que en esta oportunidad me une al autor la preocupación por los valores. Y coincido con él en que deben transmitirse desde muy temprano.
A mí también me acomete la nostalgia por aquella época en que ingenio e imaginación juntos fabricaban juguetes, historias fantásticas y momentos inolvidables. Aquella época en la que los padres no compraban el afecto de los niños con juguetes ni caprichos porque es más cómodo y “lo impone” el rey mercado; y escoltaban el crecimiento y la formación de los hijos inculcando valores con la palabra y con los hechos, sin confundir su rol de educadores ni desentendiéndose de él.
Rescato de esa época al ejemplo, pero, para la palabra, prefiero reemplazar las órdenes por el diálogo.
En cuanto a las formas, tratándose sobre todo de ciertas características de momento, no me inquietan tanto como las cuestiones de fondo. Recuerdo la alarma de mis mayores por The Beatles, los pelilargos, los pantalones oxford y todos aquellos distintivos de quienes éramos jóvenes por entonces. Todo fue cambiando en un continuo devenir y hoy le toca a los tatuajes y el piercing, entre otros, soportar los embates de las diferencias generacionales.
Pero los valores…, ya es otra cosa.
Hace tiempo que la crisis de valores me devolvió a la obra de José Ingenieros. Decidí que el tratamiento de “Las fuerzas morales” sería en breve parte de este espacio. Sus conceptos conservan una notable vigencia. ¿Por qué en principio esa y no otra? Porque es una deontología de la moralidad, tal como lo definió el propio José Ingenieros, perfectamente aplicable a los tiempos que corren y dirigida a los jóvenes. Y son los jóvenes quienes más pronto que tarde deberán encarnar la transformación que revierta los resultados de las políticas que nos arrojaron desbastados moral, espiritual y económicamente en la puerta del siglo XXI.

viernes, 1 de julio de 2011

PARA PENSAR DE JULIO

En ese rincón que he llamado “PARA PENSAR...”, desde el que convoco a meditar -sin la presión del tiempo- acerca de los temas que en él deposito aleatoriamente, como salpicaduras, hoy he incluido uno nuevo para el mes de julio.