viernes, 22 de julio de 2011

ROMPIENDO ESTEREOTIPOS (Parte I)

En "LAS FUERZAS MORALES (Parte II)" recurrí a los casos europeos para visualizar mejor la relación existente entre algunos conceptos de José Ingenieros y la situación actual de ciertos países del viejo continente.
No es casual la similitud que guardan esos casos con nuestro pasado no tan lejano. Reconocerla permite tomar conciencia de la magnitud de las diferencias entre ese pasado y el presente, logradas por la decisión de recuperar el rol del Estado; rol que había sido entregado al -o apropiado por el- poder fáctico real: el poder económico o poder de las corporaciones.
Es fantástico apreciar el camino recorrido en tan poco tiempo, aunque falte mucho por hacer. Es fantástico que, desde el punto de vista de la situación económica, se “haya logrado que miremos hacia Europa como ex náufragos ahora en tierra firme, mirando protegidos y con piedad a tantos inesperados náufragos de Europa”, como escribió Orlando Barone en estos días. Y no todo fue gracias al “viento de cola”, como afirman algunos.
Se logró tras el duro aprendizaje que las crisis nos dejaron, con heridos -y muertos- en el camino: la necesidad de romper el estereotipo impuesto en el pasado. Subvertir el orden, sometiendo la economía a la política y dejando atrás tanta recurrencia inútil a viejas ataduras.
Esta nueva forma de entender la política permitió comenzar a avanzar “en la conquista del acrecentamiento de la justicia social”, en palabras de José Ingenieros. Aunque no de la mano de los jóvenes, como sostiene, sino de quienes depositaron en ellos la esperanza y lograron ventilar el escepticismo y despertar inquietudes -algo tan inesperado como halagüeño para los que quieren bien a este país, donde reinó el “no te metas”-; de quienes les abrió paso en los terrenos de la política y de la gestión, constituyéndose en vaso comunicante entre generaciones de la práctica política -algo tan inesperado como resistido por quienes ya se dijo-.
Y es entonces que “se percibe un resurgir de inquietudes, proveniente, principalmente, de sectores juveniles … que vienen marchando con toda esa envidiable fuerza que caracteriza a la juventud”, según terminé la nota “TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte V)”.
Plausible por esperanzador, con independencia de la facción política desde donde se gesta ese cambio.
Por lógica, alarmado por ese giro antes impensable, el poder fáctico se resiste a aceptarlo. “Las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país” -como define Fito Páez, a quien mandaron demonizar los defensores de su pretendida exclusivamente propia libertad de expresión-, en su intento por desarticular el proceso transformador recurre a uno de los integrantes del club: el poder mediático, con el objetivo de desgastar y condicionar a quienes lesionan sus intereses. Ya que el chantaje directo no funciona con el actual poder político, desde el poder mediático dirigen su mensaje. Manipulan la información, mienten e intentan instalar en el imaginario colectivo, fundamentalmente en aquella porción de ciudadanos a la que su propia condición socio-económica satisface -y no tanto- buena parte de sus respectivas expectativas, la idea que la justicia social se logrará a expensas de ella, perjudicándola; que el bienestar de ella se garantiza dejando las cosas como estaban  y haciendo lo que se venía haciendo; que la equidad es una cuestión de cada uno, de su capacidad y su esfuerzo.
Y aquellos individuos previa y convenientemente colonizados intelectualmente, previa y convenientemente desposeídos de sentido crítico, previa y convenientemente imbuidos de hiperindividualismo, se lanzan a hacer eco en celosa defensa de sus “pequeñas conveniencias”. En realidad, tratándose de ciudadanos comunes, sirviendo sin darse cuenta a intereses de los que no son parte.

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