viernes, 12 de octubre de 2012

A 520 AÑOS

Un viernes como hoy, de 1492, Europa descubrió América; descubrimiento que, como sostiene Jorge Correa en “Febo asoma” (1999), “no fue fruto de la epopeya altruista de un almirante sino el corolario casual de un deseo prosaico, cual era acortar las rutas comerciales entre Europa y Asia”.
Coincidiendo con esa fecha, cada 12 de octubre se celebra el Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana. Aunque hasta no hace mucho se lo festejaba como Día de la Raza, mientras los pueblos originarios recordaban todos los 11 de octubre el último día de libertad.
Si Cristóbal Colón (Cristoforo Colombo, en italiano; Christophorus Columbus, en latín) murió sin saber que había llegado a un continente desconocido por los europeos, quizás tampoco haya imaginado que las riquezas de ese continente, el americano, encenderían la codicia -hasta el presente- y, consecuentemente, serían motivo de expoliación y muerte; que había abierto la puerta al etnocidio más grande de la historia de la humanidad. Aunque la mentira sobre la conquista española al continente americano, entre otras tantas fabricadas a medida para los Manuales con los que varias generaciones argentinas nos educamos, no las reflejen debidamente.
Jorge Correa también escribe: “Con la plata que manaba a raudales de los socavones rocosos (España) construía los suntuosos palacios de la aristocracia europea y abrillantaba los altares devotos de la cristiandad… Con plata se compraban títulos de nobleza, mercedes reales para apoderarse de tierras, obispados y arzobispados…, licencias para recaudar impuestos, vender esclavos, administrar garitos y regentear prostíbulos… Tanta riqueza, ostentación y despilfarro habían sido posibles explotando y exterminando a los indios mediante el régimen esclavista de la mita (1). Aunque el Papa Paulo III había decretado que los indios tenían alma (¡¿…?!), ocho millones de ellos fueron inmolados (2) en las minas de Potosí (3) durante tres siglos de coloniaje hispánico”.
Hoy, a 520 años de aquel 12 de octubre de 1492, a la luz de los hechos, resulta válido preguntarse quién representó en realidad a la barbarie. Tanto hasta nuestra emancipación como después.
Para Domingo Faustino Sarmiento fue el indio junto con el gaucho, mientras que identificaba la civilización con lo urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo. “Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia”, son palabras suyas… Palabras del contradictorio educador.
Nuestra Historia como Nación también habla de persecución y muerte. La Campaña (o Conquista) del Desierto, en la que se exterminaron entre 14.000 y 90.000 indígenas, según de quién provengan las cifras, es un ejemplo de ello. Y todavía hoy, al amparo de sistemas corruptos, la frontera de la soja entre otras sigue cobrándose la vida de quienes denuncian su avance sobre las tierras ancestrales que albergan a sus comunidades.  
No obstante, la conciencia crece... Aunque, como sostiene el cantautor Víctor Heredia en su sitio en Internet, en general se mira “con sesgo paternalista a los pueblos y Naciones originarios de América, apostando a su inserción social y utilizando solamente la idea de "integración" antes que la de la convivencia”. Es de esperar que la modificación de los Códigos Civil y Comercial repare éste y muchos otros errores.
En honor a todos los pueblos originarios, en OTRAS VOCES este espacio transcribe la letra de una canción de la obra musical Toki Ongoy ("Canto enfermo", en quechua), precisamente de Víctor Heredia; aquella que en 1986 le valió la furia de España y un pedido de excomunión. También, la de Cinco siglos igual, que corresponde al cantautor León Gieco.

‘(1) El pueblo indígena era explotado por los hacendados españoles, mediante los sistemas de mita y el yanaconazgo. Mariano Moreno, en “Sobre el servicio personal de los indios”, su disertación en la Real Academia de Jurisprudencia; caracterizó a esos sistemas como un nuevo género de servidumbre y a los indígenas como verdaderos siervos de la gleba, ya que ellos y su descendientes estaban adscritos a las propiedades de los ricos, evaluadas según el número de servidores que tenían, con los cuales pasaban a los nuevos propietarios en caso de venta.
‘(2) Los indígenas, hombres que no cometieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con su opulencia, carecían de los mínimos derechos y desde la conquista eran obligados a trabajar en gratuitamente las minas de Potosí.
‘(3) En Potosí se localizaban las minas de plata, mundialmente célebres, que enriquecieron a la monarquía española, elevándola a un lugar de privilegio entre sus pares de Europa. Desde 1544, 16.000 toneladas de plata succionadas de sus entrañas, el triple del total de las reservas europeas, bruñeron el cetro de esa monarquía, que pagó con ellas sus deudas a los banqueros alemanes, genoveses y flamencos y consolidó el imperio en el que jamás se ponía el sol.


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