miércoles, 7 de noviembre de 2012

¡OTRA VEZ SOPA!

Compelida por el antecedente del 13S, para poder sostener que “el modelo está agotado”, la Plaza de Mayo del 8N deberá reunir más de 20.000 “autoconvocados”; y a nivel nacional, las concentraciones deberán sumar más de 250.000. Si así no fuera, que el poder fáctico demande y castigue a esa ciudadanía insurrecta que no obedece.
No es que con este ensayo de ironía se menosprecie ni a los genuinamente descontentos ni a las cuestiones que los descontentan. Es lógico y natural que exista un sector de la sociedad que pueda tener sus discrepancias en lo que hace a las necesidades y problemas a resolver, sus matices, las prioridades y las formas. Ningún gobierno puede satisfacer a todos.
Cuando legítimos, los reclamos deben ser atendidos. Lo malo es la inexistencia de una oposición con la estatura política suficiente como para constituirse en tal, en canal institucional de esas demandas y en generador activo de iniciativas; y peor aún su consecuencia: los medios de comunicación pasando a ser actores políticos directos, cuyo accionar logra que ese sector social genuinamente descontento -o parte-, más aturdido que otra cosa por su prédica constante -antikirchnerista en este caso- que lo asfixia, desdibujándole adrede la realidad, se sume a otro cuyos intereses e intenciones, generalmente bien escondidos a los ojos de buena fe, pasan por un lugar muy distinto al del bien común. En palabras del antropólogo Alejandro Grimson, se sume a la protesta de esa “parte minoritaria pero importante que no tiene la más remota idea de las vivencias y sufrimientos de los sectores populares. Y mucho menos se pregunta por sus derechos, ni los reconoce como tales”.
Tiene razón Ricardo Forster, de Carta Abierta, al considerar que, entre los que el 8N van a dar el presente, hay una importante cantidad de argentinos que no tienen interés de que los escuchen en el sentido democrático del término. También la tiene el politólogo Edgardo Mocca, al decir: “La protesta social es una característica idiosincrásica del pueblo argentino. Ahora, la protesta social capturada, utilizada e instrumentalizada por los grupos que están buscando alterar el calendario institucional es otra cosa. El límite es el respeto por el calendario institucional y por las formas institucionales”.
Ni lo de Forster ni lo de Mocca son exageraciones. Basta leer las cadenas de correos electrónicos, recorrer algunos blogs y pispear las redes sociales. Además de poder comprobarse fácilmente que, detrás de la convocatoria, conviven “fundaciones, asociaciones fuertemente ligadas a la Iglesia de derecha, a miembros de la Sociedad Rural Argentina (SRA), a los cavernícolas que aún apoyan a los militares genocidas y al jefe de Gobierno porteño, que se reúnen, deciden fechas, lugares de encuentro, consignas y próximos calendarios”, como sostiene la socióloga Norma Giarracca y complementa con nombres y apellidos el diputado Aníbal Fernández, lo cual hace que lo de “autoconvocados” resulte absolutamente inconsistente, la intencionalidad del 8N es otra.
Solo resta preguntarse: ¿hasta dónde pretenden llegar? La respuesta ya se dio en el último post. Es sencilla. Y aunque pueda seguir pareciendo apocalíptica, por convicción se repite: hasta algún gobierno, cualquiera fuere su tipo, sometido, que le permita mantener privilegios, incluso desconociendo decisiones tomadas a través de los mecanismos de la democracia.

Porque EL GUARDAFARO repudia esto

Además..., EL GUARDAFARO dice

 

 

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