viernes, 30 de agosto de 2013

AHORA, A TRABAJAR


Ayer concluyó la segunda y última jornada del “gran duelo de ideas y teorías acerca de la esencia misma del derecho a la libertad de expresión”, como Irina Hauser definió a las ponencias en la audiencia cuya necesidad fue tan difícil de justificar como discutible su formato, relacionada a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Se supone que con ello se acabó el tiempo de las dilaciones para la Corte Suprema de Justicia (CSJ); y por qué no pensar que también el de la especulación política.
Ahora, a trabajar. Y es de esperar que lo haga como el tema merece: seria, inmediata y rápidamente; que imite la capacidad -y disposición- demostrada por el Poder Ejecutivo cuando de interpretar la realidad social, económica y/o política se trata, o como cuando ciertos acaecimientos amenazan lo construido y decisiones tomadas por terceros aceptando aquello construido.
El ejemplo más reciente de lo primero es el proyecto de ley que modificaría la normativa que rige el Impuesto a las Ganancias, que el Ejecutivo elaboró y envió al Parlamento a tan sólo una semana de su primer encuentro con referentes de los sectores económicos y sindicales; y de lo segundo, el proyecto de ley que permitiría reabrir el canje de deuda y habilitar la posibilidad de cambiar voluntariamente los bonos de los canjes del 2005 y 2010 por otros nuevos, pagaderos en las mismas condiciones en Buenos Aires, toda vez que el fallo adverso del viernes pasado, de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, pone en peligro toda la reestructuración de la deuda argentina a la que ingresó el 93 % de los acreedores.
Que se ponga a trabajar inmediata y rápidamente sería ideal, porque una gran mayoría del pueblo espera la plena aplicación de lo legislado por sus representantes democráticamente elegidos. Pero por sobre todas las cosas que lo haga seriamente, teniendo en cuenta que los argentinos tenemos derecho a acceder a una información diversificada, pluralista, adecuada y veraz; que las autoridades deben proveer a la protección de ese derecho, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión del mercado, al control de los monopolios; y que la legislación debe establecer los marcos regulatorios a tal fin. Las anteriores no son simples expresiones de deseo sino contenido del artículo 42 de la Constitución (1) vigente desde 1994.
Entonces, es de esperar que, en función de lo anterior y los aplastantes argumentos del Estado, los amicus curiae que presentó y los amicus independientes durante la audiencia, al fallar la CSJ ponga la lógica de la soberanía democrática por sobre la del capitalismo predatorio; y también lo haga con memoria, sin olvidar que, por la misma ley, aquel suyo del 22 de mayo de 2012 decía: “Debe existir una afectación concreta a la libertad de expresión para invalidar una norma de regulación de la competencia, lo que en el caso no se ha demostrado”. En suma, que prime la honestidad intelectual y falle a favor de la constitucionalidad de los artículos resistidos por “el gigante tomatodo”, como bautizó a Clarín el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Martín Sabbatella, en su encendido discurso del martes en la plaza.
Se supone que, por su parte, el Grupo mediático dominante también se pondrá a trabajar inmediata y rápidamente. Aunque, como de costumbre, no seriamente. Tratando de forzar el derecho y la ética, como lo ha hecho con la LSCA desde que fue promulgada. Y cualquiera sea su estrategia en el terreno judicial (2) habrá que ver con qué nos sorprenderá en el comunicacional. Una parte de su plantel, tan predispuesto como falto de valores, se adecua perfectamente a este cuento breve que escribió alguna vez Eduardo Galeano:

Hace mil años, dijo el sultán de Persia: -“Qué rica”.
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo: -“Qué porquería”.
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.
-“Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al infierno”, comentó un insidioso.
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar: -“Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena”.

A trabajar.
La CSJ ajustándose a Derecho; y los bufones, seguramente a eso.


(1) CONSTITUCIÓN NACIONAL - Artículo 42.- Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno.
Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios.
La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de control.
(2) Apenas terminada la audiencia, su representante legal anticipó que el multimedio no respetará un fallo adverso de la Corte Suprema. Apelaría internacionalmente.


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