martes, 31 de julio de 2012

¿QUÉ SE PODÍA ESPERAR?


En realidad, el  interrogante con que se cerró el post anterior carece de inocencia; tanto como la diatriba de Hugo Biolcati. Ingenuos aquellos que esperaban otra cosa del presidente saliente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en el acto oficial de apertura de la 126° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional. Ingenuos y desmemoriados aquellos que creen en sus discursos divorciados de la realidad, terreno común de falacias y agravios; cínicos los que lo aplauden “en nombre de la patria”.
Paisaje y palabras resultaron más de lo mismo.
No alcanza a ver que en el lugar donde emitió su último discurso, reclamando la vigencia de la constitución, fue el altar donde se sacrificó la constitución, el estado de derecho y se le dio la espalda a la voluntad popular”, comentó el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez.
EL GUARDAFARO no está tan de acuerdo con esas palabras...
Hugo Biolcati sabe desde dónde y porqué reclamó lo que reclamó. Pertenece a un sector privilegiado de la sociedad al que el respeto o el sacrificio de la Constitución Nacional le da igual. Siempre y cuando convenga o no afecte sus intereses, le da lo mismo una cosa u otra. La voluntad popular nunca contó, ni cuenta.
Hugo Biolcati reclamó desde allí, porque es el lugar emblemático de ese sector; y lo hizo porque, allende la falsedad de la demanda, luce políticamente correcto -sino hipócritamente- a los ojos de sus cortesanos. A la luz de sus palabras, saltará a la arena política.
Si es que no fuera porque debe valerse de su lugar en la SRA para saltar a la política, resultaría extraño que Biolcati diga lo que dice, niegue consuetudinariamente el escenario favorable del sector al que pertenece. Nunca y no por nada el valor de la tierra creció tanto como en la última década; y se estima que este año las exportaciones agropecuarias totalizarán 31.000 mill de dólares, sumando 163.000 mill desde el 2005. Si es que no fuera por la incapacidad manifiesta de la oposición -el tipo de oposición con la que se siente cómodo- para actuar de contrapeso al proyecto en curso, resultaría extraño que Biolcati considerara necesario hacerlo, dejando ciertas comodidades de lado. Puede deducirse de las críticas que dispensó en su alocución y sus posteriores críticas a ciertas ausencias que antes no eran tales. Y resultaría extraño que Biolcati y el sector que representa necesitaran de un contrapeso si no fuera porque el proyecto de transformación iniciado por Néstor Kirchner, crisis internacional mediante, requiere de un grado de intervención creciente; intervención que los enerva por los privilegios a los que se ven obligados a renunciar.
No es el modelo de país al que están acostumbrados ni dispuestos a aceptar. Y el grado de apoyo popular del que goza ese modelo los espanta, contrariamente a lo que sucede con otros sectores. En tal sentido, José Ignacio De Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), fue claro  y contundente: “Nuestras diferencias con Biolcati existen y son el proyecto de país, el rol de la industrialización en la generación de valor, es la diferencia entre una concepción económica desarrollista y una liberal”; y  mucho más político y criterioso que el otro, agregó: hoy la mejor forma de relacionarse con el Gobierno es a partir de un diálogo sincero, frontal y constructivo”.
La Argentina no es el campo; la Argentina somos todos. Del primero al último, en todo sentido… Incluido el campo, pero sin prescindir del resto.
En honor a la verdad también debe decirse que, porque exista un Biolcati, no todos los productores agropecuarios representan lo mismo. Hugo Biolcati representa el pasado. Veremos qué representa su sucesor.

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