martes, 24 de julio de 2012

TRES DÍAS PARA PENSAR


En mayor o menor medida, para bien o para mal y de una forma u otra, históricamente, el Reino Unido tiene su lugar reservado en la mente de muchos de nosotros. Por estos días, a sólo tres de su comienzo, debido a que allí se desarrollarán durante 17 días los XXX Juegos Olímpicos de la era moderna. Se supone que los Juegos Olímpicos de Londres 2012 capitalizarán temporariamente la atención, desplazando, también temporariamente, las cuentas pendientes que pudieran existir con Gran Bretaña; en nuestro caso, incluido Malvinas.
Londres será la sede de esos juegos por tercera vez desde 1896; y a diferencia de aquella primera redición de los Juegos Olímpicos Antiguos desarrollados en el monumental estadio olímpico de Grecia, en los que participaron atletas de 11 países, esta vez se espera la asistencia de 204 federaciones nacionales afiliadas al Comité Olímpico Internacional (COI) -del cual Argentina fue uno de los países fundadores, en 1894- y atletas de las Antillas Neerlandesas que competirán como Participantes Olímpicos Independientes.
También, a diferencia de los 70.000 espectadores que -se estima- presenciaron aquella primera redición, esta vez se calcula que serán un par largo de miles de millones las personas que accederán a verlos, gracias a la magia de la televisión. Este mega-evento deportivo fue televisado por primera vez en 1960, cuando tuvo su sede en Roma.
Asimismo, por primera vez en la historia de estos juegos se espera la participación de mujeres en todas las delegaciones que disputarán medallas (había algunos países árabes que hasta ahora no permitían su inscripción en las suyas); algo que demandó 112 años, contados a partir de que la mujer se incorporó a la competencia, haciéndolo en tenis y tiro con arco. Antiguamente, cuando se jugaban en Olimpia  en honor de Zeus y los atletas competían desnudos y descalzos, exhibiendo sus cuerpos como símbolo de perfección y dedicación, ni siquiera se les permitía presenciarlos.
Se podrían incorporar a este post muchos detalles de color de la historia de los Juegos Olímpicos y, seguramente, a futuro podría hacerse lo mismo con los que se desarrollarán a partir del 27 de este mes. Pero EL GUARDAFARO prefiere detenerse en que, originalmente, en la temporada de los juegos se mantenía una tregua sagrada, dándosele al evento una connotación de paz y armonía que no podía ser violada bajo ninguna circunstancia; algo que no siempre fue respetado o imitado en la era moderna. Basta recordar los sucesos cuando se realizaron en Munich (1972), Alemania, oportunidad en la que 11 atletas y un policía resultaron muertos por una organización terrorista palestina; o cuando se realizaron en Atlanta (1996), EEUU, oportunidad en la que tras el estallido de una bomba en un parque dos personas resultaron muertas y más de 100 heridas.
Lejos de pretender agitar el fantasma acerca de la posibilidad de actos extremos como los enunciados, este espacio hace referencia a esos como introducción para destacar el documento surgido de la 169° reunión de la UNESCO, celebrada en marzo de 2004, para cuando los Juegos Olímpicos volvieron a celebrarse en su lugar de origen, Atenas. En función del siguiente antecedente: “Teniendo en cuenta la nueva realidad política que rodea al deporte y los Juegos Olímpicos, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió revitalizar la tradición de la tregua olímpica para preservar, en la medida de lo posible, los intereses de los atletas y del deporte en general y contribuir a la búsqueda de soluciones pacíficas y diplomáticas a los conflictos que asolan el mundo”, esa organización decidió promoverla y respaldarla con en objetivo de “fomentar una cultura de paz y coexistencia pacífica y reforzar las nobles misiones que la UNESCO lleva a cabo en favor del progreso del hombre, la paz universal y el entendimiento entre los pueblos y civilizaciones”.
“Progreso del hombre, paz universal y entendimiento entre los pueblos y civilizaciones…” Recorriendo la historia de la humanidad y teniendo en cuenta la situación planetaria actual, parecería una utopía. Pero, no teniendo posibilidad de actuar sobre el pasado para contrarrestar lo sucedido, nada más provechoso que reparar sus consecuencias, ser conscientes del presente y actuar de manera tal de acercarnos un poquito a esa utopía nos humanizaría un poco. Sería fantástico, siempre y cuando sea el ser humano lo que le interese al ser  humano.

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