viernes, 6 de septiembre de 2013

NO ES LO MISMO

Para el periodista Ignacio Zuleta el “Círculo rojo” (1) pertenece a esas “delicias de la imaginación” que, “como los lugares comunes, son plazas de encuentro y abrigo en la despersonalizada aldea global”. Debe reconocerse que se trata de una definición con cierta intensidad creativa; algo literariamente interesante, lástima la falta de correspondencia entre su musicalidad y la connotación del eufemismo, a la que por momentos el Jefe de Gobierno porteño intentó restarle dramatismo y con la que en otros jugó.
Si la mención al “Círculo rojo” se le escapó o si tuvo la intención de introducirla (decíamos por despecho), es una cuestión que en el post pasado quedó como interrogante. Hoy, un par de días después, por lo visto y escuchado y en función del personaje, para este espacio no fue casual ni inocente.  
Mauricio Macri, como al descuido, le habló al “Círculo rojo”. Fue un llamado de atención encubierto, que puede interpretarse como demanda o como advertencia; o algo de cada cosa. No es lo mismo pedir que avisar, pero en este caso la malquerencia puede ser su amalgama. Y por varios motivos puede considerarse al actual como el momento preciso para hacerlo.
Sea como fuere, demanda o advertencia, el recurso retórico impactó en el sector politizado de la sociedad, ya sea como figura natural y esperable del “juego” no tan juego del -o por- el poder o como fantasma, según el grado de aversión de cada uno frente al (su) significante y, por qué no, de ingenuidad también. Y se tome como se tome, como una figura natural o como fantasma, no puede dejar de llamar a la reflexión a la sociedad.
La marquesina podría anunciar “No es lo mismo”; igual que el título de esta nota.
Si “los ciudadanos, generalmente más ocupados en -y preocupados por- sus asuntos personales que por cotidianos no dejan de ser importantes, dependen de la información que les suministran para poder evaluar correctamente lo que sucede y tomar posición respecto del asunto”, como escribíamos aquí mismo hace ya más de dos años, en TEMBLADERAL EN LOS MEDIOS (Parte IV), el problema se plantea en qué calidad de información suministran -y se elige consumir- y con qué nivel de sentido crítico se consume. Sobre todo si, como también se sostiene en el mismo post, “las circunstancias transforman a los ciudadanos en involuntarias réplicas de Tupac Amaru, versión siglo XXI, a las que los adversarios de turno (los intereses enfrentados, en este caso el fáctico y el político) pugnan por convencer de que la causa que abraza cada uno es La Verdad” y “la sociedad en su conjunto queda atrapada en medio de una polémica, a veces con la sensación que tras bambalinas en realidad “se está jugando otro partido”, porque la “Obra” de turno se representa en los medios de comunicación con guiones adaptados tanto al tipo de vehículo de expresión como al gusto -o mal gusto-, tendencia y conveniencia de los “dueños de la sala””.
Entonces, no es lo mismo acceder a una pluralidad de voces que a una única voz, cuando de puntos de vista u opiniones se trata; tampoco, poder elegir entre un menú (diversidad) de opciones que tener que aceptar una única posibilidad u oferta. Provenga de donde provenga la exclusividad.
Y en cuanto al nivel de sentido crítico del consumidor…, hace 15 días Vicente Battista fue imaginativo y contundente:
El día en que dejamos atrás nuestra ingenuidad infantil, las marionetas se convierten simplemente en graciosas figuras de madera; sin embargo, no nos sorprende que Gregorio Samsa despierte transformado en un enorme insecto. Hay una abismal diferencia entre un lector de Kafka y un pequeño espectador de una función de títeres. El adulto acepta la ficción como tal y, por consiguiente, le parece lógico el destino del infortunado Samsa; el pequeño, en cambio, vive la ficción como real y, por consiguiente, grita de alegría cuando aparece el príncipe justiciero. Este periodista animador de TV (2), mediante una mezcla de política y circo, trata a su público adulto como si fueran pequeños e ingenuos espectadores de una función de títeres. Lo verdaderamente inquietante es que ese público acepta el trato mientras pega entusiastas saltitos de alegría”.

Por último, siempre hay que tener en cuenta que el poder político está sujeto al sondeo de la voluntad popular y, consecuentemente, a alternancia. El “Círculo rojo” no.


(1) Título del filme francés “Le Cercle Rouge”, de 1970, que escribió y dirigió Jean-Pierre Melville, quien, basándose una presunta frase de Buda que dice que "Cuando los hombres, aun sin saberlo, se reúnan un día, vengan de donde vengan, inevitablemente se encontrarán en el círculo rojo", intenta transmitir la idea de que los destinos son inevitables, que son inútiles los esfuerzos de la voluntad, y que cada biografía tiene escrito un libreto que lo lleva a jugarse el destino... en el círculo rojo. Algo así como una representación de la teoría catastrofista que dice que todo esfuerzo colectivo -la política es uno de ellos- está destinado al fracaso, o que termina en sangre.
(2) El escritor se refiere al show-man Jorge Lanata; por varios motivos “La Nada” para este espacio.


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