martes, 22 de mayo de 2012

HACER ESE GOLAZO

En función del vínculo que cada uno haya establecido con su tierra, desde lo afectivo “patria” puede sentirse de distintas formas y traducirse en muchas cosas. “Su tierra” entendida como la natal, o la adoptada, y en cualquiera de los casos compartida en armonía con muchos otros. Sin embargo, pareciera haber muchos que no la conciben así.
Mientras que por un lado hay gente ocupada en hacer de su tierra -esta tierra- un lugar entrañable, digno de vivirse y disfrutarse, abundan aquellos que se esmeran en agregar pesas al platillo contrario de la balanza. Hacen lo que les viene en gana con lo que es de todos, tomándolo como propio. Inclusive Derechos; en ocasiones, hasta el derecho a la vida. Son las barrasbravas, a veces verdaderas organizaciones criminales.
No resulta novedad ni secreto para nadie la existencia de ese submundo en el que cohabitan todo tipo de tropelías de aquellas hinchadas que hacen del fútbol algo de lo que hay que cuidarse porque puede terminar en disgusto. Aquellas hinchadas que son más que un conjunto de pasiones exaltadas; que convierten los clubes en el lugar donde dan rienda suelta a sus ánimos más salvajes.
Podrán resultar desconocidos los verdaderos resortes que las mueven y los intereses que las protegen. Pero están, se ven. Y se ve cómo, de sendas manos, violencia, negocios y delito deslucen desde hace tiempo al más popular de los deportes de nuestro país; lo enlutan.
Resulta difícil de creer que no pueda hacerse nada para resolver la situación. ¿Tan comprometidas con esas organizaciones están la política y las dirigencias? ¿Tan enquistadas en la trama del poder están las barrabravas que no encuentran coto en su accionar?
El caso que da origen a este post es el del Club Atlético Independiente. El más reciente; tan reciente como notable. Un dirigente, Javier Cantero, que decidió ponerse del lado de la cordura y de los asociados que quieren bien a la institución deportiva que circunstancialmente preside. Socios, la razón primaria del Club, los verdaderos dueños; y sin  lugar a dudas, la mayoría. Respuesta de los barrabravas: desmanes, aprietes a él, amenaza de muerte al vice y de bombas en el colegio que pertenece al club. Respuesta del resto: fuerte respaldo  de los socios y tibio apoyo de otros clubes; también, en principio, compromiso de solución a futuro por parte de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y de legisladores y gobierno.
Club Atlético Independiente, un caso testigo que nos convoca a aportar nuestro granito de arena al golazo de reconvertir los estadios en lugares de encuentro de las pasiones sanas de multitudes; lugares de celebración.
Para terminar, ninguna letra refleja mejor la situación anterior a esta última planteada que “Hay palabras”, de Ignacio Copani. Seguidamente, parte de ella:

Qué tiene de brava la barra que baja con armas por la popular,
qué hazaña me quiere mostrar, qué mar engordó a estas pirañas,
que atacan de a cien por la espalda y tan solo la rabia pueden alentar.

Mejor se podría llamar:
cobarde terror de la cancha
o barras de la impunidad,
que pueden actuar a sus anchas…

Porque hay otra barra atrás de estas,
con barras de oro y de plata…
La barra que nunca se muestra…
La barra siniestra de saco y corbata.

Ay… Ay… Hay palabras, que se deberían cambiar…
Ay… Ay… Hay palabras, palabras para desarmar.

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