viernes, 14 de septiembre de 2012

TEFLÓN CLUB bis


La movilización se realizó y llega el momento de su análisis. Para ello es necesario separar las apreciaciones del nivel (cantidad y tipo) de adhesión alcanzada y el desarrollo de los sucesos respecto de las opiniones.
Tratándose de los dos primeros aspectos (nivel y desarrollo), si existe honestidad intelectual y periodística, el balance debe responder más o menos fielmente al dato duro -es decir, a la realidad-; de lo contrario, sería hojarasca. En cambio, tratándose de opiniones, lógicamente el asunto pasa al plano de la subjetividad. Dependerá desde qué lugar y con qué intención se escriba; y la intensidad resultante será proporcional al sesgo que inspire la pluma o la voz.
Quien publicó la cifra más abultada, arriesgó que 20.000 personas dieron el Presente en la Plaza de Mayo. Y hubo también quien habló de -vaya a saber uno si valiéndose del “ojo de buen cubero” o con qué recursos informativos- 250.000 en todo el país (Ciudad de Buenos Aires más 11 localidades de la provincia de Buenos Aires y otras 19 del resto del país). EL GUARDAFARO no está en condiciones de conjeturar si los números son ciertos o no, pero sí decir que, aún si fueran exagerados, los movilizados apenas habrían superado el 0,5% de los habitantes en cualquiera de los dos casos; porcentaje que sí convierte en exagerado al twit de Francisco de Narváez: “La realidad muestra que el modelo se agota; la movilización refleja que la sociedad también se agota”.
En oportunidad del último encuentro EL GUARDAFARO apresuró el paso para evitar confusiones. Buscó dejar previamente expuesta su posición contraria a las consignas (motivos) que expresaban las cadenas de correos electrónicos con las que se convocaba a movilizarse ayer. Consignas dispersas, porque no existió LA consigna. Fue un pout pourri, reflejo de aquel “escenario, en parte armado u operado y en parte real, de conflictos cotidianos, invariables, pretendidamente asfixiantes”, al que alguna vez así definió Eduardo Aliverti. Si fuera de otra forma, las respuestas incluidas en el post anterior a algunas de esas consignas no hubieran sido, como lo fueron en una porción importante, recopilación y síntesis de temas ya tratados por este espacio.
Pasado el evento es dable agregar que, viendo y escuchando a los reporteados de la plaza y del Gran Buenos Aires, no queda margen para disentir con lo que Luis Bruschtein escribió hace un par de meses atrás: “hay un sector de clase media que se muestra furiosa con las medidas que las salvaron de ese calvario (en referencia al momento en que la clase media estaba en la calle rompiendo cajeros automáticos y golpeando las cortinas metálicas de los bancos). Resulta paradójico que esa parte de la clase media, muy confundida también por una estrategia mediática que siempre se benefició con las políticas de los ‘90, escupa al cielo como si quisiera que volvieran esas políticas que la fundieron; y recordaba que ese mismo sector de clase media: “respaldó el golpe del ’76, que la hundió con la tablita, y se colgó del “voto cuota” con el menemismo, que la llevó al borde de la extinción”.
Lo de anoche fue un ingrediente más en el caldero donde se cuece la resistencia de la prensa que desde hace tiempo se apoderó del rol opositor porque, entre otras cosas, al otro lado del oficialismo carecen de representación por falta de propuestas que seduzcan al grueso del electorado e insisten una y otra vez en subirse a una agenda mediática guiada.
La Plaza de Mayo es símbolo de sucesos mucho más relevantes que el de anoche. Fue testigo de masacres, del nacimiento de luchas, reclamos y búsquedas honorables y de grandes celebraciones.



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