martes, 21 de agosto de 2012

PULSEADA COMUNICACIONAL


La lenta acumulación de fuerzas transformadoras, en su mayor parte invisibles, casi siempre impredecibles, tarde o temprano acaban convirtiendo una época en otra distinta”. Son conceptos que corresponden al historiador Paul Kennedy, quien, a su vez, asegura que “son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en una nueva era”. Algo simple de entender en términos generales y no tanto de aceptar si no se habla sólo de gente común.
Si no queremos caer en ingenuidades debemos considerar que en algunos sectores de la Argentina de estos días prevalece la resistencia sobre el no darse cuenta. Por ejemplo, en “la hibridez opositora alrededor de quejas y denuncias que son tan convulsivas como intermitentes”, diría alguna vez Eduardo Aliverti; oposición que se encuentra mayoritariamente vacía de contenidos alternativos; oposición que no tiene reparos en resignar autonomía y subirse a una agenda mediática regida por intereses corporativos; oposición que ha caído en la trampa de atribuirle –o ha permitido atribuirle- un carácter binario (K-anti K) a la política argentina.
Bueno sería que esa oposición y la ciudadanía en su conjunto reflexione sobre la propuesta del politólogo Edgardo Mocca: “que los actores políticos que pretenden situarse de uno u otro lado de una gran línea divisoria no pierdan de vista la existencia de una comunidad política constitucionalmente establecida que nos incluye a todos. La idea de la destrucción del enemigo debe ser reemplazada por la institución política de una nueva hegemonía político-cultural, capaz de asegurar por igual las transformaciones y la convivencia democrática. /// Perfectamente se puede estar convencido de la justeza de un proyecto y de la legitimidad de una lucha y mantenerse constantemente abierto a los matices, a las contradicciones, a las zonas grises”. Algo que desde este espacio se ha pretendido transmitir de alguna manera. Algo que, también y lamentablemente, hoy por hoy parece lejano de alcanzar porque, entre otras cosas, hay quienes pretenden no dejar que se alcance; sobre todo aquellos que con el proyecto político en curso pierden poder y privilegios. Entre ellos, la corporación mediática, que es la que más se resiste al cambio, la mayor y más fuerte oposición que debe enfrentar el Gobierno por estos tiempos; una oposición tramposa, con capacidad y vocación de generar opinión a su provecho a cualquier precio. Esa oposición pone al kirchnerismo ante el desafío comunicacional de construir y sostener imaginarios acordes con la realidad, porque la pugna por el modelo de país para los argentinos se define precisamente en el imaginario colectivo.
El proyecto de transformación propuesto por el Gobierno, como cualquier proyecto político, debe revalidar título permanentemente. Pero ante los medios de comunicación dominantes, que se manejan de la forma en que se manejan, más aún.
Nos encontramos frente a la encrucijada de aplicar la legitimidad de la ley de servicios audiovisuales (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual - LSCA) en el mediano plazo o asistir a una construcción de imaginarios que a través de los multimedios aun hegemónicos podría generar el retorno neoliberal en 2015 y dar marcha atrás en el crecimiento democrático en nuestro país”, sentenció en una nota publicada hace poco más de un año Héctor Thompson, titular de la cátedra Tecnologías en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata. Para haber hablado del 2015 debe haber previsto el triunfo del Frente para la Victoria en las elecciones nacionales que vendrían poco después (octubre de 2011); triunfo que si bien ya se estimaba contundente -lo fue- no garantizaría -y no garantiza- continuidad a futuro, haciendo que su afirmación hoy se mantenga vigente.
La LSCA es parte de la pulseada que el Gobierno mantiene con los medios hegemónicos, pero, independientemente de ello, la pluralidad de voces y la diversidad de contenidos que representa esa norma resulta lo más equitativo. La LSCA es parte de ese desafío comunicacional que tiene el Gobierno, más allá del aporte que ella pueda hacer a su continuidad.

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