viernes, 14 de diciembre de 2012

DIEZ MINUTOS


Primero estupor, luego indignación. Y a la sazón, el repudio generalizado… Fue el orden de los estadios por los que transitó el humor social la noche del martes tras escuchar la sentencia que absolvió a la totalidad de los imputados en el juicio por el secuestro y desaparición de Marita Verón. Una sentencia que cambió de ropaje a la señora de los ojos vendados y la balanza en la mano, arrancándole la túnica y vistiéndola de prostituta.
Diez minutos demandó la lectura del veredicto; 10 minutos que aplastaron 10 años de búsqueda y lucha de la incansable Susana Trimarco, la madre de la víctima, y 10 meses de juicio; 10 minutos… Suficientes para recalentar los ánimos, llevándolos tan alto como las temperaturas a las que nos viene sometiendo el 2012 durante las últimas semanas; suficientes para colocar al Poder Judicial en el ojo de la tormenta que venía desatando por mérito propio; suficientes para caer en la cuenta, de una vez por todas, que con Justicia como ésta la condenada resulta ser la sociedad íntegra, excepto los poderes fácticos a los cuales con fallos así demuestra una vez más que suele servir o responder. Fallos como éste y como las cautelares que impiden desde hace tres años la plena aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA); o como las decenas de miles de cautelares que perpetuaban las distorsiones salariales en Prefectura y Gendarmería, permitiendo a jueces corruptos participar de un fabuloso negocio; o las maniobras de un Consejo de la Magistratura que violenta toda norma en la designación de jueces; o los 30 años de trabas y resistencias encubiertas a los juicios de lesa humanidad en Jujuy.
¿Justicia o justicia con minúscula?, como la denominó deliberadamente, indignado, el periodista y escritor Mempo Giardinelli en una nota visceral que escribió la misma noche en que las víctimas de la trata de personas con fines sexuales debieron sentirse más víctimas que nunca, se publicó al día siguiente y EL GUARDAFARO transcribe hoy en OTRAS VOCES.
Con mayúscula o con minúscula, este espacio la califica: gangrenosa. No septicémica porque no sería justo ni lógico meter a todos quienes integran la “gran familia judicial” en la misma bolsa. Sin embargo, igualmente resulta más que razonable y necesario meter al sistema judicial en la bolsa del “Vienen por todo”, que tanto pavor genera en algunos, y repensarlo.
El blog Los Caniches de Perón, nos refrescan la memoria: “La última dictadura (cívico-militar-eclesiástica) borró de un plumazo al 70 % del Poder Judicial entre Fiscales, Jueces, Camaristas y Supremos. Los que asumieron en sus lugares juraron sobre las actas del (autodenominado) Proceso de Reorganización Nacional y la corporación judicial jamás dijo nada de esto, todos avalaron el mamarracho jurídico que privó de justicia a todo el pueblo argentino”. Además, “el Gobierno de (Raúl) Alfonsín le dio valor constitucional a esta ilegitimidad judicial y de esa manera quedo legalizado el golpe a la Justicia. Hoy casi el 60% de los cargos de la corporación judicial están ocupados por estos doctores cómplices de la ilegalidad de los años del genocidio”. Guarismos sino exactos, aproximados y válidos.
La Presidente consignó: “Hay que democratizar el Poder Judicial”. Y los dos diarios contrarios al Gobierno defendieron la última trinchera de los poderes fácticos; su última trinchera. Cargaron contra Cristina Fernández de Kirchner interpretando que sus críticas forman parte de otro embate y de las presiones a los magistrados. Nada raro en los tiempos que corren, tiempos de disputas, fundamentalmente por la LSCA, en los que el desquiciado Grupo dominante de multimedios Clarín desde fines de septiembre sólo publica títulos principales negativos para el Gobierno Nacional.
A pesar de ello, la idea parece “haber prendido”. El tiempo dirá.

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