martes, 11 de diciembre de 2012

LA METÁFORA DEL DESTINO


Crédito= TELAM

Así como llegó, se fue. El 7D pasó y las puertas del cielo no se abrieron. Nada cambió…, por ahora… En esa materia, específicamente... Luego, la pulseada político-judicial-mediática por la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) sigue tan vigente y firme como antes; y predominante por excelencia en el temario nacional, incluso a pesar de los fondos buitres, la fragata Libertad, la cumbre del Mercosur, varias otras causas judiciales de relevancia y demás.
Evidentemente el 7D demostró no ser tan improrrogable como lo consideró la Corte Suprema de Justicia cuando el Grupo Clarín le presentó, en el mes de noviembre, el pedido inadmisible (así lo calificó) de extender la medida cautelar que desde hace años lo protege del proceso de desinversión que le impone el artículo 161 de esa ley que quisiera que no exista. Aunque, al parecer, no tan inadmisible para los jueces de la Sala 1 de Cámara Federal de Apelaciones en lo Civil y Comercial -quienes, en sentido estricto, están comprendidos en las generales de la ley-, que desafió al máximo Tribunal de la Nación -¿desacato o luz verde?- prolongándola, obedeciendo a pie juntillas la voluntad de las corporaciones en vez de la del pueblo representado en el Congreso Nacional; algo que desde el Gobierno calificaron de absurdo, grosero y arbitrario, provocó primero un per saltum y hoy la presentación del Recurso Extraordinario ante la denegación del anterior. E incluso suena la intención de impulsar un jury de enjuiciamiento. Aunque las fichas deben ponerse donde deben estar: en la cuestión de fondo, que no es más ni menos que la constitucionalidad de los artículos 45 y 161.
Además de los embates redoblados del Gobierno, es imaginable lo que vino a partir de aquella decisión de la Cámara; decisión que coincidió en día con la nube tóxica que cubrió un sector de la Ciudad de Buenos Aires -¿metáfora del destino?-. Nadie economizó tinta ni saliva en opiniones y especulaciones -en disparates, tampoco-, que las hubo por doquier y en cualquier sentido.
Los acontecimientos demostraron a más de uno que “el contrincante es mucho más grande que lo que el voluntarismo suponía, porque es un oponente que no acaba ni comienza en El Grupo (Clarín)”, como escribió Eduardo Aliverti en su columna de la semana. “Lo expresado a través de El Grupo es una cultura protectora de los intereses económicos más conservadores que puedan hallarse en la sociedad”, opina -y este espacio coincide-. La cultura de los que se oponen al proyecto político que propone con hechos el kirchnerismo y al que la gran mayoría adhirió con votos en cantidad creciente. La cultura de los que no admiten que el Gobierno transforme y preferirían se limite sólo a administrar lo existente; y de ser posible, menos.
Visto desde ese lugar, la “refinanciación” de la cautelar trasciende al caso de marras. Es parte de esa puja a la que hizo referencia el ministro de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni en su intervención durante las jornadas desarrolladas hacia finales de octubre pasado, con eje en los responsables civiles de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, organizadas por la Comisión por la Reconstrucción de la Memoria de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA); la puja entre dos modelos de país: el mercantil-portuario contra un productivismo mediterráneo; federales contra unitarios; liberales contra un movimiento nacional y popular. Es decir, esta nueva decisión de la Cámara es un capítulo más de “la puja en que se resume nuestra historia”. Se inscribe en ella. Y, en este caso, forman parte de ella los “fierros judiciales” a los que hizo referencia la Presidente el domingo pasado. Ese tipo de “fierros” que remplaza al de los militares y convive con los mediáticos.
Que Cristina Fernández de Kirchner haya dicho que esos “fierros” existen, no es intolerancia ante la adversidad ni amenaza solapada. Es decir las cosas sin ambages. Existen. Los mediáticos los vemos a diario desde hace años; y los judiciales en varias oportunidades, son parte de esa Justicia gangrenosa que padece la Argentina. Y si estos últimos existen es porque el ex presidente Raúl Alfonsín pifió al ratificar en su cargo a todos los jueces nombrados durante la dictadura, en vez de declarar nulos los nombramientos.
Independientemente del baldazo de agua que enfrió el 7D, el domingo una multitud no se privó de celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos y los 29 años de democracia. Mal que les pese, la saga en cuestión no le quita alegría al pueblo.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario