martes, 20 de diciembre de 2011

LA TIERRA QUE ENTUSIASMA (Parte IV)


Mucho se ha hecho en materia educativa y mucho es lo que resta por hacer. No obstante su condición de incompleta, la enumeración de la (Parte III) indica lo primero. Y pese a lo hecho en los últimos años nuestro país todavía no escaparía a la realidad latinoamericana que, al parecer, de acuerdo a parámetros internacionales se encontraría encuadrada en lo que la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) considera estado de indigencia educativa. El dato no es oficial, surge del III Foro de Calidad Educativa, organizado recientemente en la Universidad Católica Argentina (UCA) por una Organización No Gubernamental abocada a la mejora de la educación en nuestro país. Y la calificación no es que refleje los desequilibrios socio-económicos; es generalizada.
La conclusión a la que se hizo referencia resulta tan dolorosa como comprensible. Las consecuencias de años de desatención no se superan fácil ni rápidamente. En este tipo de cuestiones se destruye rápido y se construye muy lento. Y se venía destruyendo desde hace tiempo...
Todo empezó con bastones largos. Finalizando los años ’60. Todavía recuerdo aquel Ministro de Educación de los ’70 que, en dictadura, justificando al terrorismo de Estado, dijo algo así como que la juventud sufría las consecuencias del exceso de pensamiento. Los jóvenes de hoy podrán imaginar qué políticas de educación pueden haber seguido tras conceptos de ese tenor…
Los tiempos cambiaron... Llegaron las reparaciones...
Es notable -y paradójico- la correlación entre problemas y soluciones. Los logros alcanzados en algunos aspectos acarrearon nuevos problemas. La dificultad que representa el incremento de la matrícula en la educación primaria para la infraestructura existente, a pesar de los nuevos establecimientos construidos, es uno de ellos. Desde la Asignación Universal por Hijo (AUH) la matrícula sumó 130.000 alumnos.
Adicionalmente, merece reconocerse que la AUH logró que alumnos nuevos y antiguos concurran a la escuela principalmente a estudiar y no exclusivamente para comer. Aunque esto último no constituye ningún problema; al contrario.
La mayor oferta laboral es otro de los nuevos problemas para la educación. En este último caso lo que está provocando es crecimiento de la población estudiantil de establecimientos secundarios nocturnos y/o mayor repitencia y/o, en el último de los casos, abandono. Y las becas han servido poco para contrarrestar el fenómeno porque van perdiendo terreno frente a los salarios.
Pero, por otra parte, el Censo de Evaluación de Aprendizajes del año 2010, del que participaron casi 280.000 estudiantes del último año, de todo el país, arrojó mejores resultados que los del anterior (2007).
Allende los problemas, viejos y nuevos, lo estimulante es el cambio de prioridades en las políticas públicas. Y la voluntad que se demuestra desde ese sector y desde organizaciones gremiales y civiles por impulsar mejoras educativas, en el entendimiento que resultan necesarias además de ampliar la cobertura, tanto para corregir falencias históricas como para adaptar las políticas y las instituciones a los requerimientos de nuestro tiempo; tiempo que implica conocimientos y valores que cambian constantemente y a velocidad creciente.
En suma, cosas que hacen de ésta una tierra que entusiasma. Y, en cuestiones que hacen a privilegiar el conocimiento, suman el impulso a la educación técnica, la proliferación de Universidades y de carreras terciarias no tradicionales, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología,  la construcción del Centro de Investigaciones, el impulso a la investigación, la repatriación de 900 científicos, el apoyo al desarrollo local de alta tecnología, …

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