martes, 6 de diciembre de 2011

LA TIERRA QUE ENTUSIASMA (Parte I)

En el más estricto sentido de la palabra, el labrador siembra la tierra para obtener de ella sus mejores frutos. Pero sembrar, siembran todos. Hombres y mujeres, en la mayoría de sus actos.
Los padres siembran al educar sus hijos, para dotarlos de raíces y alas; los maestros, al instruir los niños, para proporcionarles conocimientos y herramientas para la vida; los jóvenes estudiantes, al capacitarse, para su buen desempeño futuro en la disciplina elegida. Y la cosecha será, se supone, ciudadanos útiles a la sociedad.
Con una tierra bien preparada para la siembra, los resultados dependerán de las semillas y de la calidad con que se siembre en cada etapa. ¿Qué es una tierra bien preparada? Aquella que cumple con las condiciones necesarias para que una buena semilla, bien sembrada, germine adecuadamente, se desarrolle y dé el mejor de los frutos que sea capaz de dar.
La elección de estos ejemplos no es casual ni imparcial. Apunta a la Asignación Universal por Hijo (AUH), una medida esencialmente estratégica; medida que, por innovadora, se analiza incluso fronteras afuera; medida con la que dos tercios (2/3) de la población está de acuerdo, según el sondeo realizado el pasado mes de octubre por el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
La AUH es solidaridad pura con aquella porción del tejido social que hoy se encuentra más desprotegida, tiende a equilibrar desigualdades. Ayuda a quienes no tienen trabajo -o tienen trabajo informal- a cumplir con su responsabilidad de padres para -por los requisitos impuestos para su percepción- asegurar la salud y educación de los niños.
Asegurándoselas, esos hombres y mujeres de mañana accederán al umbral de la igualdad de oportunidades.
Pero si bien es el principal, la igualdad de oportunidades no es el único efecto que aporta la AUH. Se supone que una atención temprana de la salud disminuye la necesidad de tratamientos curativos a futuro. En ese aspecto la prevención aportaría salud, así como educación aportaría seguridad.
La AUH es un nodo al cual pueden concurrir otras medidas. De hecho, es lo que sucede. Su extensión a las embarazadas a partir del tercer mes de gestación, amplía la protección sanitaria a la criatura por venir.
También es el nodo desde el cual pueden partir medidas. En ese caso, el ejemplo lo constituye la política de inclusión digital implementada a través del Programa Conectar Igualdad; programa igualmente solidario que busca reducir las brechas digitales, educativas y sociales en todo el país, entendiendo que la escuela pública es el medio privilegiado para que el acceso al conocimiento pueda democratizarse. La entrega de 3 millones de netbooks a alumnos y docentes es su hecho más visible, pero para nada el único.
Los resultados de la medida se dejarán ver claramente en un futuro. Uno de los primeros efectos es el sensible incremento de la matrícula escolar. Prometedor.
Muy distinto a: “la AUH se va por la canaleta del juego y de la droga”, como en algún momento dijo el hasta ahora presidente de la Unión Cívica Radical (UCR), Ernesto Sanz. Una expresión indigna para ese partido centenario, que supo contar entre sus filas con conductores más honorables y ser protagonista de hitos trascendentales de la vida institucional argentina -antes de los ’90, por supuesto-. Una expresión de la cual, cuando el senador advirtió el efecto causado, se disculpó -habría que ver si sinceramente-; pero hay lugares desde los cuales no se vuelve. Puntos de no retorno. Por lo menos, en este caso, políticamente hablando.

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