viernes, 25 de noviembre de 2011

TAREA DE TODOS (Parte II)

La siembra y la cosecha.
José Ingenieros, ya en su época, aventuró: “toda la historia contemporánea converge a predecir el acrecentamiento de la justicia social y la agrupación de los débiles Estados afines en comuniones poderosas”. Parecieran ser palabras escritas hoy y aquí, para este momento del subcontinente.
Fueron escritas aquí, pero cargan con casi un siglo de espera.
Especulo que al momento de hacerlo, el autor no imaginaba que uno de sus socios en la difusión del pensamiento socialista a través del periódico que fundaron, “La Montaña”, pocos años después apelaría al militarismo declarando: “ha llegado la hora de la espada”. Me refiero a Leopoldo Lugones, considerado uno de los grandes escritores que dio nuestra tierra -y progenitor de quien inventó la picana eléctrica-, que se inclinó por un periplo de cambios ideológicos al compás de las tendencias del momento y de lo que supuso su conveniencia personal. Aunque no le reportó ningún cargo. Y menos aún debe haber imaginado Ingenieros que Lugones terminaría convirtiéndose en ideólogo y propagandista de la revolución de septiembre de 1930. Primer golpe de Estado cívico-militar en el país. Primer eslabón de la cadena de subversiones al orden constitucional.
Sabemos a dónde condujo esa cadena. En lo económico, al hundimiento de la Argentina; hundimiento que terminó de concretarse en los ’90, hasta que tocamos fondo en diciembre de 2001. Fue un naufragio programado para todos, con balsas salvavidas previstas sólo para pocos, fastuosos cruceros para algunos y el resto a nado.
Demasiado distinto al pensamiento de José Ingenieros y de muchos otros notables bienintencionados. Pero hoy, a más de 70 años de ese primer eslabón, asistimos a un proceso transformación profunda que alcanza la puerta de su tercera etapa con un considerable puñado de logros para exhibir, con adhesión profusa y en crecimiento, sin que se le reclamen mayoritariamente virajes -al contrario- y sin ilegítimas interrupciones. Regresamos del abismo más profundo que podamos recordar desde lo económico y lo social -hubo otro, distinto; de vejaciones, apropiaciones y muerte-. Quienes estamos más cerca de la fecha de vencimiento que de la de elaboración y no somos hipócritas ni padecemos de fragilidad de memoria, no podemos dejar de reconocer que nunca antes vivimos algo así. Y entusiasma. Excepto que se esté en contra de la reparación a las mayorías populares y, en palabras de José Ingenieros, en contra de ”la magna obra de desenvolver la justicia social”.
La tierra está preparada y en parte sembrada; hasta ahora, bastante bien sembrada. Ya dio sus primeros frutos; buenos frutos. La calidad de las futuras cosechas dependerá de lo bien que se continúe sembrando.
Tarea de todos.
Defender lo logrado y lo que se logre en un futuro es y será tarea de todos.
No será tarea fácil. En realidad, sería más correcto y real, decir: “debería” ser tarea de todos. Para justificar / argumentar el condicional se me ocurre que podría construirse un diálogo ficticio jugando con frases reales, salidas de las respectivas plumas de los personajes; y se me ocurre así:
 -Puede lograrse y defenderse lo logrado (siembra y cosecha) desafiando el recrudecer de las resistencias inmorales que apuntalan el pasado; diría el siempre presente José Ingenieros.
-Desafiando a "las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan facilmente lo que siempre tuvieron"; intentaría aclarar Fito Páez.
-Pero también están los "tristes, resignados, escépticos, que acatan como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden”, “persiguiendo las satisfacciones inmediatas que son el premio de la domesticidad”; corregiría el primero.
-Sí, y aquel que "le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa"; agregaría el segundo.
- Es que "con frecuencia subordinamos los valores del espíritu a los utilitarios”; aceptaría Alfredo Palacios, sentado en una esquina de la escena.
-Encima esaspatrullas mediáticas inmensas y todavía gravitantes”; advertiría secamente Eduardo Aliverti. Para luego descomprimir un poco, agregando: -“Pero seriamente deterioradas…”.
Y los "profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos"!; remataría el rosarino, con cara de asco, asomando apenas su cabeza en el escenario mientras es arrastrado por ciertas patrullas patrullas para su descuartizamiento mediático.
Extravagante, ¿no? Pero en el fondo pinta una verdad, a ese sector de nuestra sociedad integrado por los que se oponen y los indiferentes. Aunque ella duela y no adhiramos a él.
Para cambiar esa realidad, como sociedad hace falta seguir madurando. Madurar políticamente, crecer humanamente en términos de sensibilidad y responsabilidad social, combatir la colonización intelectual  y cultural, tirar a la basura el individualismo y poner a cada uno en su lugar. Sin hipocresías.

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