viernes, 11 de noviembre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte X)

En el subcapítulo “DE LA SOLIDARIDAD” José Ingenieros enhebra ese concepto con los que le antecedieron: simpatía y justicia, dándole sentido al bloque conceptual al que se hizo referencia al inicio de la “Parte VIII”.
Al escribir: “cuando se obstruye a un solo hombre el camino de todas las posibilidades, hay injusticias en la nación”, lo que hace el autor, sin ponerlo expresamente en palabras, es volver a cargar contra los privilegios. En esta oportunidad sobre aquellos derivados de la heterogeneidad de un cuerpo social y no sobre los que éste puede generar inmoralmente, como lo trató en el subcapítulo anterior.
La heterogeneidad de las partes que integran un cuerpo social, además de natural, para José Ingenieros es provechosa porque -sostiene- “engendra las desigualdades necesarias para las múltiples funciones de la vida social”. Por naturales no pueden suprimirse y, entiende, que tampoco conviene. Pero sí equilibrarlas; y hacerlo (equilibrarlas) forma parte de la acción de gobernar. En tal sentido, una de sus definiciones es: “gobernar es propender hacia un equilibrio que favorece la unidad funcional”; y si la unidad funcional se altera, en sus palabras: “el juego de las recíprocas interacciones se torna desatinado y funesto
Tener abierto el camino de todas las posibilidades es poner a todo un cuerpo social en un umbral de igualdad de oportunidades, a partir del cual -y no antes- la equidad sí será cuestión de cada individuo, de su capacidad y de su esfuerzo; umbral de igualdad que implica neutralizar los desequilibrios naturales que existen entre quienes integran ese cuerpo social; umbral de igualdad que se logra mediante la solidaridad. Y para que exista esa solidaridad, debe haber comprensión (Parte VIII).
Solidaridad tiene un parentesco con caridad, pero resulta importante volver a recalcar que no se trata de aquella entendida como limosna. La solidaridad es un tipo de caridad de orden superior. Si fuera limosna tendría una sola vía, de ida. Uno da y otro recibe. Y ello, sostenido en el tiempo, generaría un nuevo estadio de injusticia, inverso al primario. José Ingenieros rechaza expresamente esto último al sostener: “detrás de toda caridad existe una injusticia” -(Parte IX)-, o: “donde falta justicia no puede haber solidaridad”; y especifica que ésta: “impondrá a todos la aceptación de los deberes indispensables”, dando sentido a sus aseveraciones: “la solidaridad crece en razón directa de la justicia” o “sembrando la una (solidaridad / justicia) se cosecha la otra”.
La solidaridad es viable cuando existe simpatía en el cuerpo social. Por ello José Ingenieros la define como simpatía actuante. “Hay solidaridad en una comunión de hombres cuando la dicha del mejor enorgullece a todos y la miseria del más triste llena a todos de vergüenza”, grafica el autor.
En definitiva, la que José Ingenieros propone es una visión surgida de una matriz de pensamiento -e ideológica- totalmente distinta a la del neoliberalismo, del que la falta de sensibilidad social -derivada del hiperindividualismo que promueve- es una de las características que priman y que anula toda posibilidad de justicia social.

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