viernes, 26 de agosto de 2011

¿QUIÉN MANDA AL QUE MANDA? (Parte III)

Con anterioridad al año 2007 ya se dudaba de la capacidad técnica de las agencias calificadoras para evaluar riesgos. Con la crisis hipotecaria y su derivada se demostró sobradamente; y se sumó la incapacidad de las mismas para prever situaciones que puedan derivar en crisis. Aunque luego, esas incapacidades viraron a condición de supuestas debido a ciertos sucesos y declaraciones que dejaron al descubierto los conflictos de intereses que genera el hecho de no ser contratadas por quienes quieren comprar los títulos sino por quienes desean colocar deuda.
No obstante ello, las agencias continúan operando a gusto el humor de los mercados financieros en el mundo. Sus observaciones siguen teniéndose en cuenta. Y, en cierta forma, directa o indirectamente, influyen en la suerte y el destino económico de los países. Desde hace años lo sabe muy bien la Argentina; ahora la Eurozona y hasta los mismísimos EEUU.
A nuestro país lo persiguió la sombra de la evolución de la calificación -o los argentinos nos perseguimos con ella-, hasta que el Gobierno decidió renegociar la deuda y afrontar sus compromisos sin recurrir al financiamiento externo; es decir, desendeudándose.
La arbitrariedad de las agencias quedó demostrada una vez más cuando Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch elevaron la nota de la deuda argentina a “B”, habiendo tenido nuestro país 7 años de crecimiento sostenido, con superávit gemelo -fiscal y comercial- y con una exitosa política de desendeudamiento. Recién en ese momento lo consideraron suficiente -y sólo para subirla nada más que un escalón en la calificación-, mientras que, por otro lado, algunos países centrales se derrumbaban pero la calificación de su deuda hasta el momento no variaba.
Ahora sí lo hizo. Y la susceptible Unión Europea alertó que el accionar de las calificadoras está poniendo en riesgo a toda la región ¡…! y proponen eliminarlas ¡…!. ¡Lo hace recién ahora, cuando “el accionar” -léase: las calificaciones- de ellas afecta -léase: toca- a los países de la Eurozona! Es que, por ejemplo, los de Portugal e Irlanda acaban -en el mes de julio- de ser calificados como “bonos basura”. Y eso les molesta.
EEUU no quedó exento. A la deuda de ese país la bajaron un escalón en su calificación. Y Obama también se ofuscó.
¿Y los lineamientos para las transformaciones que consideró necesarias el G-20, que en virtud de lo sucedido acordó en su cumbre del año 2008 llevar a cabo? Bien, gracias. Hasta el momento, pura retórica. No se fijaron nuevas reglas para el accionar de las agencias, ni los gobiernos que las regulan se aseguraron de que esas se manejen con los más altos estándares de calidad; tampoco se crearon mecanismos que permitan visualizar a tiempo situaciones indeseables. Menos que menos se impulsó la creación de algún tipo de control con reguladores estatales. Es que, en definitiva, las agencias o son parte o son mandatarias del establishment financiero; y el establishment financiero no se toca. Por ahora…
Llegada la hora de las críticas éstas recayeron también sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). En el seno del G-20 comenzó a percibirse una cierta coincidencia acerca de que, tal como viene funcionando, el FMI no le sirve a nadie. En tal sentido, nuestro país ha insistido con que ese organismo debe dejar de inmiscuirse en decisiones internas de política económica de los países y dejar de condicionarlos de forma asfixiante. Incluso las naciones en vías de desarrollo reclaman una reformulación de su estructura de funcionamiento, que les permita tener mayor participación en la conducción y más poder de voto.
La inclusión del FMI y el BM en el temario de las cumbres del G-20 coincide con una nueva mutación de la crisis.
Cuando ya nada podía hacerse para tapar la burbuja especulativa de las hipotecas, porque explotó, y comenzó el salvataje desenfrenado del sistema financiero sólo tapando agujeros, sin medir consecuencias y actuando exclusivamente con la lógica de los mercados, pareciera ser que nadie percibió que el problema que se estaba generando con las deudas tarde o temprano pasarían a ocupar el centro de las dificultades de la economía mundial. Y sucedió. A la crisis financiera la siguió la crisis de las deudas.


La 4ta parte (ante-última) de esta nota se publicará el martes 30 de agosto

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