Concluíamos
el post anterior diciendo que “cualquier programa de rehabilitación y
reinserción social para los presos que se ponga en práctica será insuficiente
si no conlleva la adecuación del sistema penitenciario; incluida la depuración de
sus filas y la reducación de los agentes, tanto a nivel nacional como
provinciales. Incluso haciendo extensivas éstas últimas a las policías”.
Algo que nadie desconoce totalmente, pero que quienes deben decirlo no lo ponen
debidamente en blanco sobre negro; una cuestión acerca de la que todos sabemos que
algo debe hacerse -o mínimamente los sentimos así-, pero que quienes deben obrar,
porque están habilitados a ello, no proceden, o hacen tibiamente sin convicción
o sin el coraje necesario.
El
listado de referencias a las condiciones infrahumanas a las que se somete a los
presos y el tratamiento que reciben en penitenciarías y comisarías en todo el
territorio podría hacerse tan extenso que asombraría al más indiferente. Pero
si para ejemplificar las simplificaciones de la prensa interesada en provocar
malhumor social este espacio decía que para muestra basta un botón, esta vez vale
igual: luego de la investigación a la que dio lugar una denuncia que databa de la
época en que Jorge Omar Sobisch comenzó su segundo mandato consecutivo en la
gobernación y bastante antes que su policía matara al maestro Carlos Fuentealba
en la ruta, en el año 2010 un total de 27 agentes de la unidad penitenciaria U11
de la provincia del Neuquén fueron llevados a juicio oral. Sólo 2 recibieron condena
efectiva de no más de 4 años, en fallo dividido porque dos de los tres jueces del
tribunal consideraron que la aplicación de picana no es tortura ¡¿…?!. A Cristian
Ibazeta, su testimonio clave y sus otras siete denuncias que estaban en trámite
/ archivadas, no le resultaron gratuitas; este año, la noche del 21 de mayo,
cuando faltaban sólo 30 días para su régimen de salidas transitorias, en “una
pelea con internos” (sic) recibió 24 puntazos en su celda individual, cerrada
con llave. Murió tres días después.
De
este caso la prensa habló poco y nada.
Actualmente
los Derechos Humanos atraviesan transversalmente a una inmensa mayoría de
nuestra sociedad, independientemente de la ideología de cada uno. Sin embargo el
tema de las cárceles no ha tomado estado público suficiente -o deseable- para concientizar
a la población del cambio institucional (en ese ámbito) que necesita el país. Para
interiorizarse correctamente hay que recurrir a caminos alternativos. Los
medios de información que gozan de una posición dominante sólo informan los
casos que trascienden cuando el escándalo es inocultable y, como es su costumbre,
les dan un tratamiento afín a los objetivos que persiguen o los intereses que
defienden o a quienes protegen. Simplificaciones tramposas, nuevamente. Ayer
cómplices, directos y por omisión, del terrorismo de Estado; hoy predicadores
de la mano dura para quienes los Derechos Humanos de los privados de la libertad no existen.
A
esos medios de comunicación tampoco se los encontrará ahondando en la ventaja
(necesidad) de crear las condiciones socioeconómicas necesarias que coadyuven a
la máxima disminución posible de los actos delictivos; o bajo qué
circunstancias los adolescentes que hoy delinquen optaron por ese camino. Sólo
estigmatizan a los últimos.
EL
GUARDAFARO
plantea los siguientes interrogantes y propone estas respuestas: ¿Mejora de condiciones
socioeconómicas para bajar la tasa de delitos? Sí, es una forma de prevención. Por
mucho que les pese a algunos, aunque falte, ese camino se viene recorriendo
desde el 2003. Y a quienes pretenden negarlo, que recuerden en qué estado se
encontraba el país por ese entonces. ¿Rehabilitación sí o rehabilitación no,
para los presos? Sí, reduce la probabilidad de reincidencia posterior. El cómo
es un tema de especialistas. Y los casos excepcionales, un capítulo aparte. ¿Mejorar
el sistema carcelario, personal incluido? Si, para que los penales no sean
usinas de odio y resentimiento ni se transformen en Universidades del delito y
los programas de rehabilitación no naufraguen. Siempre el ser humano por
delante de todo.
La
semana entrante, cuando la Comisión Nacional por la Memoria entregue al
gobernador y aspirante a precandidato presidencial para el 2015, Daniel Scioli,
el Informe Anual referido a las torturas en las cárceles de la provincia de
Buenos Aires, podrá dimensionarse lo dicho aquí. Para ese distrito, por lo
menos.
¿Y
los medios dominantes de comunicación? Recordarles entre otras cosas a los
paladines de la libertad de expresión que ésta va de la mano del derecho a la
información de los ciudadanos.
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