En
realidad, el interrogante con que se
cerró el post anterior carece de
inocencia; tanto como la diatriba de Hugo Biolcati. Ingenuos aquellos que
esperaban otra cosa del presidente saliente de la Sociedad Rural Argentina (SRA)
en el acto oficial de apertura de la 126° Exposición de Ganadería, Agricultura
e Industria Internacional. Ingenuos y desmemoriados aquellos que creen en sus
discursos divorciados de la realidad, terreno común de falacias y agravios;
cínicos los que lo aplauden “en nombre de la patria”.
Paisaje
y palabras resultaron más de lo mismo.
“No alcanza a ver que en el lugar donde
emitió su último discurso, reclamando la vigencia de la constitución, fue el
altar donde se sacrificó la constitución, el estado de derecho y se le dio la
espalda a la voluntad popular”, comentó el presidente de la Cámara de
Diputados de la Nación, Julián Domínguez.
EL GUARDAFARO no está tan de acuerdo con esas
palabras...
Hugo
Biolcati sabe desde dónde y porqué reclamó lo que reclamó. Pertenece a un
sector privilegiado de la sociedad al que el respeto o el sacrificio de la
Constitución Nacional le da igual. Siempre y cuando convenga o no afecte sus
intereses, le da lo mismo una cosa u otra. La voluntad popular nunca contó, ni
cuenta.
Hugo
Biolcati reclamó desde allí, porque es el lugar emblemático de ese sector; y lo
hizo porque, allende la falsedad de la demanda, luce políticamente correcto -sino
hipócritamente- a los ojos de sus cortesanos. A la luz de sus palabras, saltará
a la arena política.
Si
es que no fuera porque debe valerse de su lugar en la SRA para saltar a la
política, resultaría extraño que Biolcati diga lo que dice, niegue
consuetudinariamente el escenario favorable del sector al que pertenece. Nunca y
no por nada el valor de la tierra creció tanto como en la última década; y se
estima que este año las exportaciones agropecuarias totalizarán 31.000 mill de
dólares, sumando 163.000 mill desde el 2005. Si es que no fuera por la incapacidad
manifiesta de la oposición -el tipo de oposición con la que se siente cómodo- para
actuar de contrapeso al proyecto en curso, resultaría extraño que Biolcati considerara
necesario hacerlo, dejando ciertas comodidades de lado. Puede deducirse de las
críticas que dispensó en su alocución y sus posteriores críticas a ciertas
ausencias que antes no eran tales. Y resultaría extraño que Biolcati y el
sector que representa necesitaran de un contrapeso si no fuera porque el
proyecto de transformación iniciado por Néstor Kirchner, crisis internacional
mediante, requiere de un grado de intervención creciente; intervención que los
enerva por los privilegios a los que se ven obligados a renunciar.
No
es el modelo de país al que están acostumbrados ni dispuestos a aceptar. Y el grado
de apoyo popular del que goza ese modelo los espanta, contrariamente a lo que
sucede con otros sectores. En tal sentido, José Ignacio De Mendiguren,
presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), fue claro y contundente: “Nuestras diferencias con Biolcati existen y son el proyecto de país, el
rol de la industrialización en la generación de valor, es la diferencia entre
una concepción económica desarrollista y una liberal”; y mucho más político y criterioso que el otro, agregó:
“hoy la mejor forma de relacionarse con el
Gobierno es a partir de un diálogo sincero, frontal y constructivo”.
La
Argentina no es el campo; la Argentina somos todos. Del primero al último, en
todo sentido… Incluido el campo, pero sin prescindir del resto.
En
honor a la verdad también debe decirse que, porque exista un Biolcati, no todos
los productores agropecuarios representan lo mismo. Hugo Biolcati representa el
pasado. Veremos qué representa su sucesor.
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