La
crisis internacional, originalmente consecuencia de las hipotecas subprime, continúa haciendo estragos. Se
extiende por toda aquella presa de las políticas del capitalismo salvaje; o
neoliberalismo, eufemismo con el que se lo denomina en esta época.
Esa
criatura, hija de la especulación financiera, fue mutando desde su nacimiento
(un tema extensamente tratado aquí, hace casi un año, en la serie de posts “¿QUIÉN MANDA AL QUE MANDA?”) y desde hace un
tiempo se va extendiendo por la Eurozona, donde pareciera haber decidido instalarse,
a la sombra de gobiernos que, además de ciertas características estructurales que
les resultan desventajosas, resignan soberanía. Y con ello, dignidad.
Europa
cruje…, y los conceptos vertidos en el 2011 por el entonces Ministro de
Economía de la Argentina, hoy Vicepresidente, Amado Boudou, parecieran tener
más vigencia que nunca: “Actuar con la
lógica de los mercados es darle de comer a la bestia, que se hace más fuerte y
más furiosa y se lleva todo puesto”. Hasta ahora los damnificados no supieron
ponerle freno…
Ayer,
el caso más resonante -no único- fue Grecia; caso del que ya los medios de
comunicación no se ocupan tanto porque, aparentemente, deben considerar que fue
superado en gravedad por España. Algo que habría que revisar. Lo cierto es que,
hoy por hoy, la atención está centrada en la madre patria.
En
todos los casos, pasados y presentes, el “remedio” fue el rescate o salvataje,
denominaciones que ahora tratan de maquillarse porque ya se conocen bien tanto
su significado como su consecuencia. Salvataje a los sistemas financieros que
provocaron la crisis; salvataje cuya factura pagan los pueblos. ¿Y por qué la
factura se la hacen pagar a los pueblos si la fiesta fue de otros? Porque las
deudas terminan pesando sobre los Estados. “Socialismo
para los ricos y descarnado individualismo tipo “sálvese quien pueda” para los
demás”, sentenció oportunamente el senador estadounidense, Bernie Sanders.
A
partir de la auditoría integral que realizó por orden del Congreso la Oficina
Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO), se sabe que en EEUU ese salvataje fue
desenfrenado: 16 billones de dólares en asistencia financiera a algunas de las
más grandes corporaciones e instituciones financieras. En Europa las cifras son
menores, aunque las decenas de millones de euros prestados condicionalmente a
cada país finalmente suman centenas; y las grandes diferencias: no hay secreto
y sí requisitos claros y duros.
La
trampa: la falta de independencia monetaria de los países que integran la
Eurozona.
La
ironía -¿o cinismo?-: la firma Goldman Sachs, que hoy pone a sus hombres al
frente de puestos clave en los países europeos caídos en desgracia, a
controlarlos, en aquel salvataje de EEUU recibió $814.000 mill; y no fue el más
beneficiado, aunque sí de los más (ocupa el 7°
lugar en esa larga lista).
En
Europa los requisitos son tan claros que las democracias quedan deslegitimadas,
porque las economías terminan siendo manejadas -en una demostración de
hipocresía extrema, oficialmente se les dice “tuteladas”- por una comisión de
vigilancia formada por representantes de la Comisión Europea (CE), el Banco
Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) -la nueva Toika
europea- y no por los gobernantes elegidos por la ciudadanía. Y tan duros que éstos
acatan a pie juntillas las imposiciones, aunque ellas se traduzcan principalmente
-¡y se traducen!- en desempleo creciente (suman millones los desocupados) y
reducción del gasto público (educación, salud, etc.).
“Todo a cambio de un rescate financiero que
implica endeudarse más para pagar deuda; “rescate” que implica hipotecar las
próximas generaciones para devolverlo”, se decía más o menos
así, también hace un año, aquí, en la serie de posts “José
Ingenieros – LAS FUERZAS MORALES”; como asimismo: “Tanto los pueblos en sí mismos
como sus Derechos y sus necesidades no cuentan, incluso aunque ello demande la
traición de los gobernantes a los principios que supuestamente los mueven y los
llevaron al poder”. No
es un dato menor que la tasa de suicidios en Grecia se haya incrementado un
20%.
“Crack” parece ser el rechino que de momento
impera en Europa. Que “¡crack!” no se transforme en “¡bum!”.
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