El Congreso el día del fallo de la CSJ |
Un
día como hoy, en 1983, algunos votábamos por primera vez en la vida. “Se cerraba no sólo la etapa de la dictadura
cívico-militar (cívico-militar-eclesiástica, para este espacio) más cruenta de la historia argentina, sino
el largo ciclo de golpes de Estado que comenzó en 1930 con el derrocamiento de
Hipólito Yrigoyen”, comienza diciendo un refrescante (para la memoria) artículo
de la agencia Télam, que en OTRAS VOCES se transcribe para recordar, reflexionar y no
olvidar qué debemos cuidar y defender los argentinos y por qué.
Este
fin de octubre nos trajo días de fiesta. El domingo 27, aunque empañada un poco
por coincidir con el aniversario del fallecimiento del expresidente Néstor
Kirchner, una fiesta cívica como lo es cada acto eleccionario. Hoy, la
celebración a 30 años de aquellos comicios a los que sobrevendría un ininterrumpido
camino de gobiernos democráticos; el período más largo de nuestra historia. Y
en su víspera, ayer, el fallo de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) a favor de la
constitucionalidad de los artículos en discusión de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual (LSCA). Un fallo
largamente esperado por todos aquellos conscientes de la significación de la
norma, que sorprendió en varios sentidos: por el momento elegido por el máximo
tribunal para manifestarse; por esa contundencia (a pesar de no haber sido
unánime) que no todos confiaban plenamente que tendría; por esa misma
contundencia en contra a la que el Grupo de multimedios Clarín no está acostumbrado ni,
se supone, consecuentemente imaginó.
“Por esta vez, al menos, la sensatez que
debería ser siempre la base de la Justicia, les ganó a los lobbies, a las
presiones y al poder económico”, escribió hoy el periodista Washington Uranga.
Y para Irina Hauser fue “una de las
decisiones más trascendentes y esperadas de la historia judicial de los últimos
treinta años”.
Se
coincide con ambos. Fue un golpe que se infiere mortal a uno de los poderes
económicos, corporativos o fácticos, llámeselos como se quiera, antes intocable.
Trinchera y mascarón de proa, simultáneamente, de los demás; e implacable por
igual. Recordemos sino aquella frase antológica de Juan Carlos Pugliese, uno de
los Ministros de Economía que desfilaron por esa cartera durante el gobierno de
Raúl Alfonsín: “Les ofrecí el corazón y
me contestaron con el bolsillo”; y Pugliese se tuvo que ir, “el mercado” lo
había sentenciado; y al poco tiempo después, seis meses antes de terminar su
mandato, el mismísimo Alfonsín. Para el CEO de Clarín, Héctor Magneto, el que hoy
debería bajar la cabeza y obedecer, Alfonsín se había constituido en un
problema; y así se lo hizo saber, según contó el expresidente en sus memorias.
Seguramente
para la Corte la decisión no fue fácil. “Tantos
votos personalizados corroboran que fue complejo articular consensos”, opinó
Mario Wainfeld. Lo demuestra cómo votó cada miembro de la CSJ: quien la
preside, Ricardo Lorenzetti, se inclinó a favor de la constitucionalidad de los
cuatro artículos en discusión (1) , igual que Elena Highton de
Nolasco, quienes se expresaron en voto conjunto; Raúl Zaffaroni y Enrique
Petracchi también, pero cada uno a través de voto propio; Juan Carlos Maqueda
votó en disidencia parcial, con voto propio respecto de los artículos 48 y 161
y acompañando a la mayoría en los otros dos; Cármen Argibay, también en
disidencia parcial, a favor de la constitucionalidad de la ley en sí pero en
contra de la manera de aplicársela a Clarín; y Carlos Fayt, el único que votó
en contra de la constitucionalidad de los cuatro artículos. Votó ”yendo aún más allá del impresentable fallo
de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial”, opinó algún periodista.
Más
allá de eso, al caer la tarde el Congreso se vistió de fiesta. Y la gente
festejó a su alrededor, como hace cuatro años, cuando nacía la ley. “Ya no hay más discusión: la ley es
constitucional y la vamos a aplicar plenamente”, enfatizó el titular de la Autoridad
Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Martín Sabbatella.
Se
ha sorteado un gran obstáculo, queda una inmensa tarea.
(1) Los arts. 41 y 45, que
regulan la cantidad de licencias y los propietarios de las mismas; el art. 48,
que regula la integración de medios; y el art. 161, que regula los plazos de
desinversión para la adecuación.
Festejo en las inmediaciones del Congreso |