Arrancó la primavera. Y con ella, formal y
oficialmente, no sin tensiones, el último tramo de la carrera hacia las urnas:
la campaña para las elecciones legislativas del 27 de octubre.
Alguien dijo que “por primera vez el kirchnerismo está acostumbrándose a lidiar con un
proceso que desconocía y le resulta tortuoso: la competencia”. Es cierto. Las
elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) no dejaron lugar a
dudas que esta vez las cosas no serán tan fáciles para el oficialismo en el
distrito más emblemático y apetecible por significación y por la cantidad de
votos que aporta al total nacional. Tampoco en el distrito que históricamente
le fue esquivo al peronismo, la ciudad de Buenos Aires, a pesar de haber
disminuido en él el apoyo del que goza el PRO de Mauricio Macri toda vez que surgió un
nuevo player que se imagina primero y,
consecuentemente, ser quien deje a la Cámara de Senadores sin representación “K”.
Habría que sumar otros casos, como Córdoba,
Santa Fe o Mendoza, pero en los distritos mencionados más arriba es donde se
están jugando las fichas más fuertes. Los territorios de quienes, además de ir
por la mayor cantidad de las bancas que hoy están en juego, apuestan a tener un
Boleto Mágico 2015 en sus manos. Por lógica, boletos de edición limitada. Algunos
con destino distrital y otros, para los más próvidos / fantasiosos / delirantes
/ exigentes / pretensiosos / codiciosos / caraduras (ponga cada lector el
calificativo o combinación de ellos que considere más pertinente según el caso),
nacional.
De hecho, por ejemplo, candidatos como Margarita Stolbizer del Frente UNEN o Francisco De
Narváez de Unión Celeste y Blanca reorientaron
su estrategia para alcanzar los puestos más altos del podio bonaerense, ahora apuntando
casi todos sus dardos a quien lidera el Frente Renovador: Sergio Massa. El
elegido… ¿por el “círculo rojo”? La cara visible de una de las varias mélange en oferta esta vez, convocante
del malaje del partido donde abreva el kirchnerismo. ¿Dueño? de un discurso guionado
para no trastabillar, aunque carezca de habilidad suficiente para lograrlo; ¿dueño?
de un proyecto que poco a poco, inevitablemente, asoma de su manga; dueño (esta
vez sin signos de interrogación) de un travestismo que asombra al más crédulo. Un
candidato que coquetea con el sueño conservador y ataca los hitos
fundantes “K”, incluidos los que oportunamente aduló o de los que fue parte.
Como “el
kirchnerismo también vino a incomodar y descolocar a una parte importante del
progresismo argentino y de ciertas izquierdas que confunden los límites de las
representaciones y de lo posible” (Francisco Balázs; Miradas al Sur;
08/sept/2013), el travestismo político no es privativo de Sergio Massa. La
ciudad de Buenos Aires también muestra lo suyo.
Todos, todos por un Boleto Mágico 2015.
¿Todavía es demasiado temprano para pensar en
el 2015? Por supuesto que sí, pero también es cierto que, como ya se dijo aquí
alguna vez, no proviniendo del partido gobernante, a pesar del desgaste que
acarrean 10 años de gestión, sus errores y las cuentas pendientes, el 2015
se torna inviable sin un buen resultado en el 2013. Excepto que medie algo extraordinario
que hoy escape a cualquier cálculo.
Por todo ello, si bien es cierto que no hay
verdades únicas ni luchas finales, este espacio adhiere a las palabras del
Doctor en Filosofía y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, Roberto
Follari: “ojalá (los argentinos) encontremos caminos para mantener o mejorar
lo logrado, no para atrasar el reloj de la historia”.
En estas elecciones, en los dos años venideros y más luego.
En estas elecciones, en los dos años venideros y más luego.
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