martes, 29 de noviembre de 2011

Amos Oz - LA MUJER DE LA VENTANA

Hoy he incorporado el discurso que pronunció el escritor Amos OZ al recibir el Premio Príncipe de Asturias de Letras, 2007. Se titula “LA MUJER DE LA VENTANA”. La encontrarán en la sección “OTRAS VOCES”, donde están alojadas todas aquellas que no me corresponden.
Me lo hizo llegar muy oportunamente una lectora: Virginia B., compañera de la infancia.
En el último subcapítulo tratado de la obra de José Ingenieros, el autor se pregunta: ¿por qué la solidaridad no estrechará algún día en un solo haz fraternal a todos los pueblos? Y agrega: “No neguemos a los corazones optimistas el hermoso privilegio de augurar el advenimiento de la paz y el amor entre los hombres”.
Anteriormente sostenía que la solidaridad se desarrolla paralelamente a la justicia, y que esta última puede alcanzarse si existe comprensión.
Comprensión…, precisamente el mensaje que Amos Oz se propone transmitir en el discurso transcripto. La comprensión a través de la literatura.

viernes, 25 de noviembre de 2011

TAREA DE TODOS (Parte II)

La siembra y la cosecha.
José Ingenieros, ya en su época, aventuró: “toda la historia contemporánea converge a predecir el acrecentamiento de la justicia social y la agrupación de los débiles Estados afines en comuniones poderosas”. Parecieran ser palabras escritas hoy y aquí, para este momento del subcontinente.
Fueron escritas aquí, pero cargan con casi un siglo de espera.
Especulo que al momento de hacerlo, el autor no imaginaba que uno de sus socios en la difusión del pensamiento socialista a través del periódico que fundaron, “La Montaña”, pocos años después apelaría al militarismo declarando: “ha llegado la hora de la espada”. Me refiero a Leopoldo Lugones, considerado uno de los grandes escritores que dio nuestra tierra -y progenitor de quien inventó la picana eléctrica-, que se inclinó por un periplo de cambios ideológicos al compás de las tendencias del momento y de lo que supuso su conveniencia personal. Aunque no le reportó ningún cargo. Y menos aún debe haber imaginado Ingenieros que Lugones terminaría convirtiéndose en ideólogo y propagandista de la revolución de septiembre de 1930. Primer golpe de Estado cívico-militar en el país. Primer eslabón de la cadena de subversiones al orden constitucional.
Sabemos a dónde condujo esa cadena. En lo económico, al hundimiento de la Argentina; hundimiento que terminó de concretarse en los ’90, hasta que tocamos fondo en diciembre de 2001. Fue un naufragio programado para todos, con balsas salvavidas previstas sólo para pocos, fastuosos cruceros para algunos y el resto a nado.
Demasiado distinto al pensamiento de José Ingenieros y de muchos otros notables bienintencionados. Pero hoy, a más de 70 años de ese primer eslabón, asistimos a un proceso transformación profunda que alcanza la puerta de su tercera etapa con un considerable puñado de logros para exhibir, con adhesión profusa y en crecimiento, sin que se le reclamen mayoritariamente virajes -al contrario- y sin ilegítimas interrupciones. Regresamos del abismo más profundo que podamos recordar desde lo económico y lo social -hubo otro, distinto; de vejaciones, apropiaciones y muerte-. Quienes estamos más cerca de la fecha de vencimiento que de la de elaboración y no somos hipócritas ni padecemos de fragilidad de memoria, no podemos dejar de reconocer que nunca antes vivimos algo así. Y entusiasma. Excepto que se esté en contra de la reparación a las mayorías populares y, en palabras de José Ingenieros, en contra de ”la magna obra de desenvolver la justicia social”.
La tierra está preparada y en parte sembrada; hasta ahora, bastante bien sembrada. Ya dio sus primeros frutos; buenos frutos. La calidad de las futuras cosechas dependerá de lo bien que se continúe sembrando.
Tarea de todos.
Defender lo logrado y lo que se logre en un futuro es y será tarea de todos.
No será tarea fácil. En realidad, sería más correcto y real, decir: “debería” ser tarea de todos. Para justificar / argumentar el condicional se me ocurre que podría construirse un diálogo ficticio jugando con frases reales, salidas de las respectivas plumas de los personajes; y se me ocurre así:
 -Puede lograrse y defenderse lo logrado (siembra y cosecha) desafiando el recrudecer de las resistencias inmorales que apuntalan el pasado; diría el siempre presente José Ingenieros.
-Desafiando a "las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan facilmente lo que siempre tuvieron"; intentaría aclarar Fito Páez.
-Pero también están los "tristes, resignados, escépticos, que acatan como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden”, “persiguiendo las satisfacciones inmediatas que son el premio de la domesticidad”; corregiría el primero.
-Sí, y aquel que "le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa"; agregaría el segundo.
- Es que "con frecuencia subordinamos los valores del espíritu a los utilitarios”; aceptaría Alfredo Palacios, sentado en una esquina de la escena.
-Encima esaspatrullas mediáticas inmensas y todavía gravitantes”; advertiría secamente Eduardo Aliverti. Para luego descomprimir un poco, agregando: -“Pero seriamente deterioradas…”.
Y los "profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos"!; remataría el rosarino, con cara de asco, asomando apenas su cabeza en el escenario mientras es arrastrado por ciertas patrullas patrullas para su descuartizamiento mediático.
Extravagante, ¿no? Pero en el fondo pinta una verdad, a ese sector de nuestra sociedad integrado por los que se oponen y los indiferentes. Aunque ella duela y no adhiramos a él.
Para cambiar esa realidad, como sociedad hace falta seguir madurando. Madurar políticamente, crecer humanamente en términos de sensibilidad y responsabilidad social, combatir la colonización intelectual  y cultural, tirar a la basura el individualismo y poner a cada uno en su lugar. Sin hipocresías.

martes, 22 de noviembre de 2011

TAREA DE TODOS (Parte I)

La heterogeneidad del cuerpo social es una constante en nuestro país. En lo cultural, lo social y lo económico. Como en cualquier otro lugar del mundo. Y las diferencias fueron más marcadas en uno u otro aspecto, y más profundas o menos, según el momento histórico que se analice. Desde mucho antes que José Hernández recreara la realidad de su tiempo en el “Martín Fierro”.
Como manifiesta José Ingenieros, esa heterogeneidad, por natural, no puede suprimirse; incluso sostiene que ni conviene, porque “engendra las desigualdades necesarias para las múltiples funciones de la vida social”.
Pero sí pueden -y deben- equilibrarse esas desigualdades.
Haber trabajado en este sentido es una de las cartas de presentación que exhiben quienes iniciaron la etapa política que comenzó en el 2003. En los 8 años transcurridos abundan las medidas tendientes a equilibrar desigualdades. Y en las últimas elecciones la gran mayoría de nuestro pueblo dio muestras “de adherir a esa parcialidad solidaria (del kirchnerismo) hacia los que más necesitan” -en palabras de Orlando Barone-; gran mayoría que, ante la propuesta de “profundizar el modelo”, reeligió a la presidente.
Aunque cabe preguntarse cuánto del 54,11% de votos que finalmente obtuvo la fórmula ganadora corresponde a ciudadanos que sienten genuinamente solidaridad con los que más necesitan. Y cuántos no. Porque, posiblemente, la mayoría de los casi 11,9 millones de sufragios provino de ellos mismos, de los que más necesitan, el sector de los que no quieren tener más “la ñata contra el vidrio” sufriendo injusticia, mirando de lejos -o cómo se alejan- derechos y dignidad. Ese vidrio que metafóricamente representa los “privilegios” -esta vez, en palabras de José Ingenieros- generadores de injusticia, ya sea aquellos propios de la aludida heterogeneidad o los que el cuerpo social genera inmoralmente. Y tampoco deben descartarse los espeluznados, que también deben haber aportado lo suyo a los guarismos en cuestión; aquella porción de electorado al que, por lo visto y escuchado de los aspirantes a Propuesta Alternativa, ganó el espanto y votó al oficialismo interpretándolo sólo como “mal menor”.
La duda adquiere sentido y peso al momento de pensar nuestra sociedad en términos de valores; y en términos de reparación, en su significación más amplia. Suplementariamente, al momento de pensar en futuro.
Sea como fuere, veremos cuan profundos alcanzarán a ser los cambios que vendrán, cuan firmes las bases sobre los que se sustenten y cuan fuerte la voluntad de la sociedad por custodiarlos para que se sostengan en el tiempo y se consoliden.
Un sondeo relativamente reciente del Centro de Estudios de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) indica que el apoyo a medidas como la re-estatización de los fondos de jubilación, la Asignación Universal por Hijo y los subsidios a los servicios públicos -medidas de fondo que directa o indirectamente acercan el umbral de igualdad de oportunidades-, persiste, y supera en cada caso el percentil que obtuvo la presidente para su nuevo mandato por venir. Y, según la consultora Equis, lo mismo sucede con las medidas post-comicios: el cambio en la política de subsidios a los servicios y los controles de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) para la compra de dólares. Las medidas más atacadas por los mismos de siempre.
Ello querría decir que la tierra está preparada para la siembra  La calidad de la cosecha dependerá de lo bien que se siembre. Luego, defender lo logrado y lo que se logre en un futuro es y será tarea de todos.


La 2da parte (última) de esta nota se publicará el viernes 25 de noviembre

 

viernes, 11 de noviembre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte X)

En el subcapítulo “DE LA SOLIDARIDAD” José Ingenieros enhebra ese concepto con los que le antecedieron: simpatía y justicia, dándole sentido al bloque conceptual al que se hizo referencia al inicio de la “Parte VIII”.
Al escribir: “cuando se obstruye a un solo hombre el camino de todas las posibilidades, hay injusticias en la nación”, lo que hace el autor, sin ponerlo expresamente en palabras, es volver a cargar contra los privilegios. En esta oportunidad sobre aquellos derivados de la heterogeneidad de un cuerpo social y no sobre los que éste puede generar inmoralmente, como lo trató en el subcapítulo anterior.
La heterogeneidad de las partes que integran un cuerpo social, además de natural, para José Ingenieros es provechosa porque -sostiene- “engendra las desigualdades necesarias para las múltiples funciones de la vida social”. Por naturales no pueden suprimirse y, entiende, que tampoco conviene. Pero sí equilibrarlas; y hacerlo (equilibrarlas) forma parte de la acción de gobernar. En tal sentido, una de sus definiciones es: “gobernar es propender hacia un equilibrio que favorece la unidad funcional”; y si la unidad funcional se altera, en sus palabras: “el juego de las recíprocas interacciones se torna desatinado y funesto
Tener abierto el camino de todas las posibilidades es poner a todo un cuerpo social en un umbral de igualdad de oportunidades, a partir del cual -y no antes- la equidad sí será cuestión de cada individuo, de su capacidad y de su esfuerzo; umbral de igualdad que implica neutralizar los desequilibrios naturales que existen entre quienes integran ese cuerpo social; umbral de igualdad que se logra mediante la solidaridad. Y para que exista esa solidaridad, debe haber comprensión (Parte VIII).
Solidaridad tiene un parentesco con caridad, pero resulta importante volver a recalcar que no se trata de aquella entendida como limosna. La solidaridad es un tipo de caridad de orden superior. Si fuera limosna tendría una sola vía, de ida. Uno da y otro recibe. Y ello, sostenido en el tiempo, generaría un nuevo estadio de injusticia, inverso al primario. José Ingenieros rechaza expresamente esto último al sostener: “detrás de toda caridad existe una injusticia” -(Parte IX)-, o: “donde falta justicia no puede haber solidaridad”; y especifica que ésta: “impondrá a todos la aceptación de los deberes indispensables”, dando sentido a sus aseveraciones: “la solidaridad crece en razón directa de la justicia” o “sembrando la una (solidaridad / justicia) se cosecha la otra”.
La solidaridad es viable cuando existe simpatía en el cuerpo social. Por ello José Ingenieros la define como simpatía actuante. “Hay solidaridad en una comunión de hombres cuando la dicha del mejor enorgullece a todos y la miseria del más triste llena a todos de vergüenza”, grafica el autor.
En definitiva, la que José Ingenieros propone es una visión surgida de una matriz de pensamiento -e ideológica- totalmente distinta a la del neoliberalismo, del que la falta de sensibilidad social -derivada del hiperindividualismo que promueve- es una de las características que priman y que anula toda posibilidad de justicia social.

martes, 8 de noviembre de 2011

LAS FUERZAS MORALES (Parte IX)

En el siguiente subcapítulo José Ingenieros habla “DE LA JUSTICIA”, acerca de la cual considera que “tiene un valor superior al de la ley”. Sostiene que, mientras que “las leyes pueden ser injustas”, “lo justo es siempre moral”. Justifica así que concibe la justicia como la “cúspide imaginaria de la moralidad” y, a la vez, “el equilibrio entre la moral y el derecho”.
No resulta extraño que sostenga que las leyes puedan ser injustas, si se tiene en cuenta que para él “la experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y valores” (Parte I). En el constante devenir del tiempo hay normas jurídicas que pueden tornarse injustas.
El autor aborda el tema también desde otra perspectiva, cuando objeta severamente todo privilegio indebido. Considera que la injusticia implícita en ese tipo de privilegios trastoca los valores sociales. Por el contrario, “el hombre justo se inclina respetuoso ante los valores reales; los admira en los otros y aspira a poseerlos él mismo”. Aunque admite que ese hombre necesita contar con una firmeza inquebrantable; debe ser estoico -dice-, siempre y con todos, consigo mismo y con sus allegados. Y en tal sentido, remata: “La complacencia con las propias debilidades constituye la más inmoral de las injusticias”.
José Ingenieros afirma que las sociedades son carcomidas por la injusticia cuando los hombres pierden el sentimiento del deber; y esto último -plantea, en clara oposición a los privilegios- sucede cuando los hombres sienten que todo esfuerzo pierde sentido porque en la sociedad en la que viven la jerarquía es independiente del mérito.
Resultaría interesante detenerse a pensar / debatir si son solamente las injusticias las que pueden carcomer las sociedades; o si cualquier cosa que pueda carcomer a una sociedad resulta ser, en esencia, una injusticia; y, en este último caso, si el universo de ocurrencias sociales, políticas y económicas terminan reducidas al binomio justicia-injusticia. Pero no es el caso. Aceptemos el hilo conductor de la línea argumental elegida por el autor, así como que recueste sólo en la injusticia la pérdida del sentimiento del deber, entendiendo a éste como el trabajo y el estudio. En este último caso, recuérdese que José Ingenieros da mucha importancia a ambas cosas; atribuye al trabajo la condición de deber social (Parte VII) y boga permanentemente por la capacitación.
El autor presenta otro costado del tema cuando diferencia entre los hombres justos y los caritativos, a quienes cataloga de débiles. Entiende que “detrás de toda caridad existe una injusticia”. Evidentemente nos hace transitar por un camino sinuoso toda vez que, tomado este subcapítulo como compartimento estanco, sin tener en cuenta el próximo, puede confundirse la caridad entendida como limosna con la caridad entendida como solidaridad con el necesitado y/o los damnificados por una situación de injusticia.
En los momentos políticos que vivimos la confusión puede ser inducida para malinterpretar cuando dice: “el hombre justo quiere que desaparezcan, por innecesarios, el favor y la caridad”. La frase, en la pluma del autor, hace referencia al deseo que desaparezcan los motivos que desembocan en caridad. La injusticia. No por nada el segundo parágrafo lo termina, diciendo: “Loados los que conciben más justicia, los que por ella trabajan, los que por ella luchan, los que por ella mueren”.

martes, 1 de noviembre de 2011

PARA PENSAR EN NOVIEMBRE

En ese rincón que he llamado “PARA PENSAR…”, desde el que convoco a meditar -sin la presión del tiempo- acerca de los temas que en él deposito aleatoriamente, como salpicaduras, hoy he incluido uno nuevo para el mes de noviembre.